NO SOLO FÚTBOL

Los avales de Laporta: fútbol y negocio

El libro de Marc Menchén detalla la colonización de la pelota por parte del dinero como un proceso natural e inevitable

Laporta saluda en la tribuna del Camp Nou tras ser elegido presidente del Barça.

Laporta saluda en la tribuna del Camp Nou tras ser elegido presidente del Barça. / Jordi Cotrina

Josep Martí Blanch

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La gimcana de los avales de Joan Laporta nos ha recordado lo que nunca olvidamos: el fútbol es un sentimiento envuelto en dinero, mucho dinero. Con un sonómetro hubiésemos podido calibrar con qué fuerza cantaron el himno los nuevos directivos del Barça cuando se supieron vencedores el día de las elecciones y el volumen con el que se emplearon en casa del señor notario después de formalizarse, ya sobre la campana, los avales que eliminaban la última traba para que Laporta fuera investido presidente.

A lo mejor nos sorprendíamos y descubríamos que el Cant Blaugrana resonó con más ímpetu en la notaria que imaginamos de techos altos y artesonados. Si así fuera deberíamos escribir la frase del principio completamente al revés. De tal forma que el fútbol ya no sería un sentimiento envuelto en dinero, sino dinero envuelto en un sentimiento.

Tampoco vayamos a creer que esto es cosa de ayer. Fútbol y dinero van de la mano desde el inicio de los tiempos. Lo inventaron los niños bien ingleses con los bolsillos llenos y tiempo para solazarse en el césped mientras la chusma se dejaba la espalda y la salud en las fábricas. Después, cuando los obreros mal alimentados se aficionaron al balón hasta el punto de hacerlo suyo, descubrieron que sólo podían plantar cara a los pijos adinerados si profesionalizaban a algunos jugadores. Y eso requería dinero. Siempre dinero. Era el último tercio del siglo XIX y el fútbol acababa de nacer. Este capítulo inicial de la historia entrelazada del fútbol y la pasta queda bien retratada en la serie The english game de Netflix.

Sin nostalgias

Pero más allá de los orígenes, si uno quiere entender como de manera progresiva el fútbol se fue alejando de los límites de la razonabilidad económica de un espectáculo de masas de raíz popular debe leer el libro “Futbol i Negocio. El camino del césped al monopoly” (Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2021) del periodista Marc Menchén.

Menchén, que casi podría decirse que ha inventado un mercado informativo que era prácticamente inexistente por estos lares poniendo su teclado al servicio de las noticias empresariales, financieras y de management del deporte en general, ha escrito un libro sobre fútbol que era más que necesario. Fútbol y negocio es una narración bien estructurada que repasa todos los puntos de inflexión de la historia del deporte rey que aceleraron la subversión de los elementos para que fuera posible pasar del fútbol entendido como un sentimiento envuelto en dinero, al dinero envuelto en sentimiento de hoy en día.

En el libro no hay juicio de valor sobre esta cuestión. No es un texto llorón que añore tiempos lejanos ni avala razonamientos estúpidos del tipo: ¡lo de antes sí que era fútbol! Simplemente se detalla de un modo aséptico la colonización de la pelota por parte del dinero, como un proceso natural e inevitable que en realidad afecta a cualquier producto que despierte suficiente  interés entre las masas para hacerlas rascarse el bolsillo.

Tras la lectura uno no puede dejar de preguntarse por qué los futboleros seguimos llamándonos a nosotros mismos aficionados cuando hace ya tanto que quien nos sirve el menú nos trata como consumidores. Quizás sea porque cuesta imaginar otra industria en la que un directivo se ponga a berrear como un poseso en casa de un notario a las dos de la madrugada.