Intento fallido

El adiós de Valls y Cs

El fracaso del proyecto del alcaldable, que no se presentará a las elecciones del 2023, discurre seguramente en paralelo al del partido naranja

Manuel Valls, en una imagen de archivo.

Manuel Valls, en una imagen de archivo. / EFE / Quique García

Joaquim Coll

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Hace unas semanas, Manuel Valls anunció que no volvería a presentarse a la alcaldía de Barcelona en 2023. La discreción con la que fue tratada la noticia contrasta con la enorme atención mediática que en septiembre de 2018 levantó su candidatura, y no solo en España. Que un exprimer ministro francés optase a ser alcalde en otro país, aunque en este caso fuese para volver a su ciudad natal, fue elogiado como un gesto a favor de la construcción europea. Ahora bien, las expectativas iniciales de victoria enseguida se enfriaron porque el sostén a su lista quedó circunscrito a Cs y a una plataforma de independientes. El resultado electoral en mayo de 2019 fue discreto, 6 concejales y 100.000 votos, si bien el apoyo que recibió Valls superó en mucho al que ese mismo día obtuvo el partido naranja al Parlamento Europeo en Barcelona ciudad. Concretamente su proyecto añadió unos 30.000 votos. 

Aunque es evidente que fue un fracaso respecto de la ambición inicial, Valls tuvo un momento de gloria tras las elecciones ya que jugó un papel decisivo en la elección del nuevo consistorio. Cuando ante la disyuntiva de que el separatismo se hiciera con la capital, pues el republicano Ernest Maragall empató en concejales, pero sacó más votos que Ada Colau, decidió apoyar la investidura de la alcaldesa solo a cambio de que gobernara con los socialistas. Fue la aplicación del principio del mal menor.

Ahora bien, esa generosa decisión colisionó con la estrategia frentista que Albert Rivera estaba llevando a cabo desde hacía meses en la política española y que electoralmente ya había perjudicado a Valls, que se vio atrapado en una lógica de polarización que le empujaba a la derecha cuando su propósito era pivotar desde el centro hacia la izquierda atendiendo tanto a su origen socialdemócrata como a la sociología política mayoritaria en Barcelona. El lunes siguiente a la elección de Colau, el líder de Cs rompió con el exprimer ministro porque se dio cuenta entonces de que impugnaba su estrategia y que podía convertirse en un rival interno. El protagonismo que tuvo Valls, con una celebrada intervención en el pleno municipal como ejemplo de que otra política era posible, fue indigerible para el ego de Rivera.

El exprimer ministro no ganó las elecciones de mayo del 2018, pero jugó un papel decisivo en la elección del nuevo consistorio

Para entender lo que ha pasado en la formación naranja, que se encuentra en un proceso que podría acabar en su desaparición si en Madrid no consigue representación en las elecciones del 4 de mayo, hay que remontarse a la moción de censura de Pedro Sánchez contra Mariano Rajoy de 2018. Rivera, que parecía llamado a ocupar la Moncloa ante el enorme desgaste del PP por la corrupción y la crisis en Catalunya, fue sorprendido por la jugada del PSOE. El líder naranja, que entonces era el político mejor valorado en las encuestas, gestionó mal ese escenario, votó en contra y se lanzó a una carrera por relevar al PP en la derecha con un encendido discurso antisanchista que se plasmó en febrero de 2019 en la delirante concentración de la plaza Colón junto a Pablo Casado y Santiago Abascal.

Aunque el resultado de Cs en las generales de abril fue muy bueno, fracasó en su intento de 'sorpasso' a los populares y en las autonómicas, municipales y europeas de mayo ya dio claros síntomas de agotamiento. Entre junio y octubre Rivera tuvo en sus manos la posibilidad de convertirse en vicepresidente del Gobierno, y de pactar en ayuntamientos y comunidades autónomas de forma equilibrada con el PP o el PSOE, según las circunstancias, retomando su ideario de centro liberal progresista. En Madrid, por ejemplo, fue llamativo que Cs apoyara a alguien como Isabel Díaz Ayuso, cuando la corrupción de los populares en la Comunidad exigía que se abriera un tiempo de regeneración, sin olvidar que el claro ganador de las elecciones había sido el exministro Ángel Gabilondo. 

El hundimiento de Cs en las segundas elecciones generales de noviembre de 2019 hizo inevitable la dimisión de Rivera. Desde entonces Inés Arrimadas intenta volver sobre los raíles originales del proyecto en medio de una condiciones muy adversas. En su contra está que ella tampoco supo hacer sus deberes en Catalunya como líder de la oposición ni quiso alzar su voz contra la estrategia derechista del líder supremo. El fracaso del proyecto de Valls y su adiós ahora discurre seguramente en paralelo al de Cs. 

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