La tribuna

Máxima polarización en la batalla de Madrid

En medio de la refriega, las opciones intermedias, más templadas, pueden difuminarse, casi hasta desaparecer. Desde luego Ciudadanos, y también Ángel Gabilondo, a no ser que los ciudadanos reaccionen contra tanta crispación

Pablo Iglesias

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Rosa Paz

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La inesperada decisión de Pablo Iglesias de abandonar el Gobierno, donde es vicepresidente segundo, y descender un escalón hasta la escala autonómica para disputarle a la popular Isabel Díaz Ayuso la presidencia de la Comunidad de Madrid es una arriesgada operación que va a contribuir a polarizar aún más la ya de por sí inflamada política madrileña, en la que las posiciones trumpistas de la presidenta se aproximan en muchas ocasiones más a los postulados de la extrema derecha de Vox que a la derecha moderada que dice defender el líder del PP, Pablo Casado.

El intrépido movimiento de Iglesias tiene también importantes consecuencias en la política española. Para el propio vicepresidente segundo, que ha decidido traspasar el liderazgo de Podemos a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, y ha puesto su propio futuro en manos de los votantes madrileños, y para Pedro Sánchez, que, de momento, se libra de un vicepresidente cuya actitud irritaba a los ministros socialistas e indignaba a los votantes del PSOE. La maniobra representa, por tanto, un reto para Iglesias y un alivio para Sánchez, porque Yolanda Díaz, propuesta por Iglesias para la vicepresidencia, tiene un talante mucho menos chirriante.

Ayuso, que ya amenizó el pasado miércoles el anuncio de elecciones anticipadas con el lema "socialismo o libertad", como si el candidato del PSOE, Ángel Gabilondo, tachado de blando por los suyos, fuese un peligroso estalinista, modificó este mismo lunes su eslogan para transformarlo en "comunismo o libertad", regocijándose de haber encontrado, por fin, en el líder de Unidas Podemos un candidato con el que enzarzarse en el cuerpo a cuerpo. Y ahí, en ese terreno tan embarrado será en el que se va a desarrollar una furibunda campaña electoral, trufada con destellos populistas por ambos lados.

 No está claro a quién puede beneficiar tanta polarización, aunque la candidatura de Iglesias, o el voto contra Iglesias, puede contribuir a aglutinar a los votantes de la derecha en torno a Ayuso y acercarla a la mayoría absoluta. En ese revulsivo confían en el PP. También podría servir, no obstante, para movilizar el voto de la izquierda, el voto anti Ayuso, en torno a Iglesias, especialmente si fragua su oferta de concurrir en una lista conjunta con Más Madrid, el partido de su íntimo enemigo, Íñigo Errejón. En esto tiene puestas todas sus esperanzas el líder de Unidas Podemos, que se juega su futuro político a una sola carta: o es presidente de Madrid o tendrá que abandonar la política.

En medio de esa refriega, las opciones intermedias, más templadas, pueden difuminarse, casi hasta desaparecer. Desde luego Ciudadanos, que podría quedarse sin diputados y fuera, por tanto, de la Asamblea de Madrid. Pero podría ocurrir, que los electores reaccionen contra tanta crispación y conviertan a Gabilondo en el Joe Biden madrileño frente a Ayuso/Trump. Es la esperanza de los socialistas, que se venden como la izquierda sensata frente a Iglesias, aun a sabiendas de que en caso de polarización, son los extremos los que suelen tener las de ganar.

Iglesias se juega su futuro político a una sola carta: o es presidente de Madrid o tendrá que abandonar la política

El líder de Unidas Podemos no parte de una posición favorable para llevar adelante su desafío. Muy al contrario. En los últimos sondeos madrileños su partido rozaba el 5% de los votos que da acceso a la representación parlamentaria. Es decir, corría el riesgo de quedarse fuera del parlamento madrileño. En las elecciones autonómicas de mayo de 2019, Podemos quedó el último, el sexto, con tan solo 7 diputados, 20 menos que los que había obtenido en 2015, los 20 que le arrebató la candidatura que encabezaba Errejón.

Para que ahora la operación dé mayoría a las izquierdas frente a las derechas, Iglesias necesita mucha suerte y reunificar en una candidatura a quienes conformaban el Podemos original. Sería también imprescindible la concurrencia de los socialistas en un gobierno de coalición. En 2019, el PSOE fue la fuerza más votada con 37 escaños, pero los partidos de izquierdas no sumaron suficiente y Cs, que podría haber decantado el Gobierno en esa dirección, decidió apoyar al PP. La aventura autonómica de Iglesias necesita de mucho más que de su tirón electoral para remontar desde casi la nada hasta la conquista del cielo de Madrid.

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