Opinión | LIBERTAD CONDICIONAL

Lucía Etxebarria

El privilegio de Laia

Estudiante becada y de familia modesta, se unió a la acción abolicionista y en la concentración del 8M de Barcelona un grupo de mujeres le llamaron "racista" y "blanca privilegiada"

Manifestación del 8-M en Passeig de Gràcia

Manifestación del 8-M en Passeig de Gràcia

Cuando se unió a la acción abolicionista de Barcelona no esperaba lo que le iba a suceder. A ella le asignaron un lugar en la calle, a metro y medio exacto de las compañeras, para respetar escrupulosamente el protocolo anticovid. Se suponía que iba a cantar una canción y a hacer una coreografía... poco más. Es la primera vez que participaba en una acción porque acaba de sumarse al colectivo. En realidad, no es integrante, solo simpatizante, ya que solo tiene 19 años.

Cuando llegaron las otras, que iban vestidas con unas capas verdes y con capuchas, lo que más le llamó la atención es que casi ninguna llevaba mascarilla, y que no respetaban las distancias de seguridad. Antes de que pudiera darse cuenta, ya las tenían encima. No les pegaban, no. Simplemente gritaban, gritaban mucho, les gritaban en los oídos. Decían algo así como «Siempre con las putas, nunca con la lluita». Laia no acababa de entender el cántico o su sentido. Luego empezaron todas a coro: Blanca, Blanca, Blanca, ¡¡¡BLANCA, BLANCA, BLANCA!!!!

 «¿Quién es Blanca?», le preguntó a una compañera. «Blanca eres tú», le repuso una de las chicas de capa verde. «No, yo me llamo Laia», le explicó. Como toda respuesta, la chica le escupió y luego animó a todo el grupo a que corearan «¡racista, racista,¡ RACISTA!».

La persona que le llamó blanca y racista a Laia compartía con ella exactamente el mismo fenotipo: ojos y cabello negro, piel canela, cabello rizado. Ninguna de las dos era más blanca o más oscura.

Más tarde alguien le explicaría que las «proprostitución» están a favor del proxenetismo. 

Porque la prostitución ya es legal en España y por eso España ya es el primer país consumidor de Europa de prostitución. Y porque la prostitución ya está regulada, y por eso una prostituta puede darse de alta como autónoma en el epígrafe 979.9 del IAE. Le explicarían también que le llamaban «blanca» a Laia porque para ellas blanca es toda persona que está «en situación de privilegio». 

A Laia le encantaría saber cuál es su situación de privilegio. Laia trabaja cuidando niños, cobra en negro, apenas llega a los 800 euros al mes, pero esos 800 euros son necesarios en su casa, porque a su madre la echaron del trabajo hace ya meses y con el sueldo de su padre no se mantienen. Sigue yendo a la universidad porque le han concedido una beca, y se esfuerza muchísimo para sacar todas las asignaturas, pero a veces no sabe de dónde sacar el tiempo, ni tampoco la energía, y le aplasta una fatiga que no es cansancio siquiera: es miedo, ansiedad y angustia.

A Laia le ha molestado muchísimo que en toda la cobertura de prensa del 8-M en Barcelona nadie hablara de lo que les pasó a ellas, de los empujones, del escupitajo, de los zarandeos, del insulto de «racista»… a escasos cinco centímetros de su cara. Pero aún más le ha molestado que cuando hablan de manifestaciones feministas no se molesten en distinguir entre las unas y las otras, entre las feministas que están en contra de los proxenetas y esas chicas que van escupiendo a la gente y opinan que Barcelona debe convertirse en un gran burdel.

Al día siguiente, trasteando por internet, ve un vídeo de una periodista muy conservadora británica que habla de que «Meghan Markle no puede quejarse porque vive en una situación de privilegio». Y Meghan Markle es negra. Laia no entiende nada. 

¿Quizá sea un privilegio el privilegio de llevar el sufrimiento con la cabeza alta? ¿Será privilegio el atreverse a alzar la voz? ¿A decir lo que una piensa? ¿A decir la verdad? Laia piensa que quizá sea privilegio el luchar por las ideas, porque, cuando todo se ha perdido, todo queda por ganar. 

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