La nota

Ni contigo ni sin ti

El PP de Casado (y de Aznar) es víctima de haber hecho un discurso radical que avalaba los ataques de Vox a Rajoy

José María Aznar y Pablo Casado, en el aula de liderazgo.

José María Aznar y Pablo Casado, en el aula de liderazgo.

Joan Tapia

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Hace 25 años, con 156 escaños, el PP ganó las elecciones sin mayoría. Aquella "amarga victoria" obligó a los pactos del Majestic con CiU que ahora Aznar esgrime como un gran triunfo. Y ha teorizado ante Pablo Casado, que fue su preferido, que aquel éxito se debió a que supo unir a todo lo que estaba a la derecha del socialismo. En Catalunya, un año antes, el PP con Vidal-Quadras tuvo 17 escaños.

Ahora, vacas muy flacas. En las últimas legislativas el PP de Casado tuvo solo 89 diputados y en las elecciones catalanas, el PP se ha quedado con 3 míseros escaños, el peor resultado de su historia. Peor, detrás de Vox (11) y Cs (6).

¿Qué ha pasado? Pues sí, los votos de toda la derecha que Aznar tuvo en 1996 -tras casi 14 años de Felipe- se han dividido y Vox no solo discute al PP la hegemonía de la derecha en España (52 escaños frente a 89), sino que le ha dado un espectacular revolcón en Catalunya (11 escaños contra 3).

¿Por qué el PP, que tuvo mayorías absolutas en 2000 y 2012 ha caído tanto? Por la fragmentación de la derecha, sí, pero quizás más porque no ha sabido gobernar con el talante moderado y pactista del centro-derecha europeo cuyo exponente máximo es la CDU de Merkel.

Aznar, que fue de centroderecha su primera legislatura cuando dependía de Pujol, pasó a un tono bronco y sectario en la segunda y acabó muy mal en el 2004 tras la boda 'imperial' de su hija, su apoyo a Bush-2 en la guerra de Irak porque ambicionaba un rol mundial y su pésima gestión del atentado de Atocha.

Y Rajoy, que ganó en 2012 porque la crisis del 2008 hundió a Zapatero, acabó 'censurado' en el 2018 por varios motivos. Su política económica, alineada con Europa, tuvo éxitos en empleo y PIB pero recortó -quizás inevitablemente- el Estado del bienestar y no se esforzó en ser entendido. Además, no supo afrontar la crisis catalana que le explotó en la cara y que acabó con el 155 en el 2017. La crisis polarizó a España, pero finalmente la reacción anticatalanista del PP (contra el Estatut del PSOE y sus viejos amigos del centroderecha catalán) acabó beneficiando a Cs, primero, y luego a Vox. Pero la estocada final le vino de una sentencia sobre la Gürtel que confirmó las sospechas de grave corrupción. Y Pedro Sánchez ganó la primera moción de censura en España.

El PP no entendió las causas de su derrota. Rajoy perdió por los repetidos escándalos de corrupción y porque la polarización hizo que todos los agraviados por el PP votaran la censura.  

 Luego la victoria de Casado en las primarias del PP se debió a la creencia de muchos militantes en que la virtud estaba en girar a la derecha. Y al descalificar la cautela de Rajoy se avaló el discurso extremo de Vox. Si el problema no era que Aznar y Rajoy no lograron gobernar con coherencia desde el centroderecha, sino "la perversión" de la izquierda y los nacionalistas, entonces Vox podía ofrecer recetas más 'golosas' a algunos sectores conservadores.

Casado es autor y víctima del error. Por eso nombró a Cayetana Álvarez de Toledo, martillo de herejes, su portavoz parlamentaria. Luego la cesó porque olió que ese no era el camino. La desgracia de Casado (y de Aznar) es que su discurso de las primarias fue demasiado similar al de Vox. Y ahora, con Vox descarrila por derecha. Y sin Vox le faltan escaños y no podría gobernar ni Madrid ni Andalucía. Es aquello de "ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio".

 Casado no sabe, Aznar recuerda sus glorias, Rajoy calla y Nuñez Feijóo se encierra en Galicia.     

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