Pros y contras

Vacuna real

La Casa Real se ha desvinculado de la vacunación de las infantas Elena y Cristina, pero la Corona se asfixia ante los reiterados abusos de la familia

Las infantas Elena y Cristina

Las infantas Elena y Cristina

Emma Riverola

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Paciencia, habrá para todos. No se preocupe, señora, la llamarán. ¿A punto de cumplir los 89 años? Quién lo diría, se conserva usted de maravilla. Cualquier día de estos suena el teléfono. No se apure, la pesadilla ya acaba. Puede empezar a hacer planes con las amigas. En unas semanas volverán a merendar juntas. Vaya año, sí. Pero pronto les toca.  

Ni siquiera han sido capaces de esperar turno. Un viajecito a Emiratos a ver al padre y, plis plas, vacuna puesta. 55 y 57 años. Sin trabajo de riesgo. Tan solo una herencia de privilegios a la que no parecen dispuestas a renunciar. Ciegas, sordas, incapaces de sentir la inquietud de una ciudadanía que acumula 12 meses de pérdidas insoportables. Tan desconectadas de la realidad, tan irrespetuosas que ni siquiera entienden cuál es su lugar. O lo entienden demasiado. A pesar de todo, se creen impunes. Se quieren inmunes.

La Casa Real se ha desvinculado de la vacunación de las infantas Elena y Cristina. La defensa que protege a Felipe VI es cada vez más reducida. La Corona se asfixia ante los reiterados abusos de la familia. Mientras, la ciudadanía aguanta la respiración esperando su turno.  

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