El 'caso Hasél'

Los peligros del explorador

La libertad de expresión, sobre todo la de los artistas, sigue amenazada por un sistema judicial carca y una agilidad legislativa de paquidermo enfangado

El rapero Pablo Hasél se atrinchera en la Universidad de Lleida

El rapero Pablo Hasél se atrinchera en la Universidad de Lleida

Jordi Puntí

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El encarcelamiento del rapero Pablo Hasél ha devuelto a España a la casilla de salida de las libertades individuales, justo donde se encontraba al inicio de la transición. Más de 40 años de retroceso para confirmar que la libertad de expresión, sobre todo la de los artistas, sigue amenazada por un sistema judicial carca y una agilidad legislativa de paquidermo enfangado—también de los partidos llamados progresistas—. Hoy el posfranquismo de la derecha se ha unido al neofranquismo de los ultras y ya no hablan desde convicciones conservadoras, sino como ‘hooligans’: opinan e insultan siguiendo un manual heredado de sus abuelos y padres, pero que en democracia se convierte en un espectáculo de tertulia de Telecinco. Es la voz trasnochada de Isabel Díaz Ayuso, cuando en lugar de justificar la condena de Hasél por razones ideológicas, se refiere a los valores artísticos y dice que “tiene menos arte que alguien en un karaoke con dos cubatas”.

Hoy, cuando oyen hablar de cultura, los reaccionarios desenfundan la Browning verbal, y solo podemos desear que se atraganten con su propia bilis. Entretanto, el mejor antídoto son las señales recientes de libertad creativa, que dan contexto a las razones de Pablo Hasél. Pienso, por ejemplo, en el ensayo ‘Viure escrivint’ (L’Altra), de Annie Dillard, donde leemos que el juego del escritor es más estimulante “en los extremos”, allí donde “la razón se retira, la poesía se rompe; una cierta locura entra en el espacio” y el autor “consigue hacer ceder un poco los límites”. Esta voluntad de explorador que amplia los límites también sobrevuela toda la obra de Pascal Comelade, tal como podemos comprobar en la excelente biografía del músico que ha publicado Donat Putx: ‘Pascal Comelade, l’argot del soroll’ (Empúries). Acostumbrado a transitar desde el principio por “la periferia de la canción en el mundo del rock and roll”, Comelade ha creado una obra que buscaba innovar a través de una actitud gamberra y radical, ya fuera subvirtiendo la música desde dentro, con los juegos de los instrumentos, o colaborando con artistas de otros lenguajes, de Frederic Amat a Robert Wilson, PJ Harvey o Enric Casasses. Una discografía inagotable.