El Bachillerato de la Princesa

La preparada

La educación que recibirá Leonor en Gales no la formará para ser jefa de Estado. Un año acudiendo a una escuela pública de alta complejidad y moviéndose en transporte público sí lo harían

Leonor, en un impecable catalán: "Catalunya siempre ocupará un lugar especial en mi corazón"

Leonor, en un impecable catalán: "Catalunya siempre ocupará un lugar especial en mi corazón"

Mar Calpena

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Las tasas de pobreza infantil en España son de las más altas de los países industrializados, solo superadas por Letonia, Estados Unidos y Rumanía, según un estudio sobre bienestar infantil realizado en 29 países por la Oficina de Investigación de Unicef con datos de la primera década del siglo XXI. 

Esta frase, cortada y pegada literalmente de la web de esta agencia de la ONU, resuena en mi cabeza mientras pienso en los 76.000 euros que nos va a costar el Bachillerato de la princesa Leonor en Gales. No me malinterpreten; no sé qué hubiera dado yo en mi adolescencia por poner tierra de por medio e irme a estudiar al extranjero, y me alegro por ella, porque supongo que se lo pasará bien y algo aprenderá. Y si no, tampoco importa. La cuestión de la educación de la futura reina es del todo irrelevante; si tuviera las peores notas del universo, o un comportamiento como el de su primo Froilán o el de su abuelo Juan Carlos, seguiría dando lo mismo. Es lo que tiene la monarquía. 

Lo que no da lo mismo es que la educación que recibirá no pretende, por mucho que nos digan, formarla para ser jefa de Estado de este país. Un año acudiendo a una escuela pública de alta complejidad, moviéndose en transporte público, y, en un hogar del tamaño de su habitación actual quizá sí lo harían. Se supone que todos los padres quieren lo mejor para sus hijos; y, hombre, para el desarrollo personal de la Princesa lo estará. Pero no la preparará en absoluto para ponerse en la piel de quienes, a su misma edad, están en el grupo de aquellos cuyos padres no pueden dedicarles entre 490 y 580 euros al mes, la cifra que Save the Children estima como mínimo para poder criar a un menor con dignidad. De chavales de su edad que, cuando en tres años se conviertan en adultos, no tendrán un empleo asegurado, y mucho menos aún de por vida. Viajar le dará mundo, pero no hace falta ser un lince para darse cuenta de que ese mundo será muy pequeño, y solo estará poblado por otros adolescentes de padres pudientes. Así que no sé si ese dinero está de verdad bien invertido o no deja de ser otro gasto suntuario, otro proverbial brioche de Maria Antonieta, que quizá más pronto que tarde desemboque en un Bachillerato en Estoril.