El sueldo de la estrella azulgrana

Tantos tienes, tanto vales

El valor consiste en todo lo que Messi aporta: que puede ser más de lo que gane, por mucho que gane

Messi, en el Nuevo Los Carménes durante el Granada-Barça.

Messi, en el Nuevo Los Carménes durante el Granada-Barça. / Afp / Jorge Guerrero

José Luis Sastre

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Lo que el Barça le paga a Leo Messi, ¿es lo que Messi vale o lo que Messi cuesta? No es de ahora la confusión entre el precio y el valor. Lo nuevo aquí es la sorpresa por lo que se llega a pagar al jugador, como si nadie hubiese caído antes en la millonada que mueve el negocio. (Nota preventiva: que no sorprenda no significa que se comparta. Ni siquiera que se entienda. No sorprenderse significa no sorprenderse).

La burbuja del fútbol, que gobiernos y generaciones fuimos dejando crecer, resulta un debate pertinente siempre, porque a toda sociedad le toca preguntarse en qué invierte su dinero y sus deudas, que es la manera amable de averiguar en qué ha dejado de invertir. Si ese fuera el debate con Messi, ahora no se estaría hablando del dinero, sino de las prioridades de nuestros gastos. Se hablaría, entonces, de valores, y ese es un plural pringoso y agotador: solo con mentar los valores te vuelves un demagogo. Así que resulta más manejable el singular: aquí se está hablando del valor. Para ser exactos, del precio, que por algo el titular era una cifra.

Vales tus seguidores

Pero el valor no era el precio, o eso nos enseñaron. El valor consiste en todo lo que Messi aporta: que puede ser más de lo que gane, por mucho que gane. ¿Y cómo se mide el valor? ¿En euros? No hemos pasado por tantas charlas TED y tanto ‘coaching’ para reducirlo a unos cientos de millones. Las tecnologías han traído otra forma de medirlo, el valor: los seguidores. Así funciona en internet y así lo calculan miles de usuarios. A partir de cierta cantidad, te conviertes en ‘influencer’, que es otra clase en la nueva lucha de clases.

Las redes y las aplicaciones han cambiado la comunicación y las métricas, de manera que muchos dicen que valen los seguidores que tienen. El paradigma ha pasado del tanto tienes, tanto vales, al tantos tienes, tanto vales. (Nota 2: es evidente que no ocurre en todos los casos, pero ocurre. Y lo relevante es que ocurra. Lo relevante es un fenómeno que, curiosamente, no se puede medir).

Tangible y contable

El valor, pues, habría pasado de ser un intangible a ser algo tangible y contable. Tanto, que hasta se monetiza. Existen cuentas o canales que ejercen de prescriptores para los miles de usuarios que les siguen –y les siguen porque les apetece, faltaría más– mientras hay estudiosos en mil materias que predican en el desierto. A eso lo han llamado horizontalidad porque todos los argumentos valen lo mismo, aunque no sea horizontal: no están todos al mismo nivel.

No se discute el mérito de hacerse escuchar en medio del océano de internet, solo se constata el caso de aquellos que miden su éxito según sus seguidores y que identifican ese éxito con su valor. No hacen falta muchos vídeos –ni ser la agencia tributaria– para apreciar el abismo que va de Ibai Llanos a El Rubius o al que se va a Andorra para pagar menos impuestos y pide al llegar que construyan un aeropuerto. Las métricas apenas podrán calcular esas diferencias porque las métricas las hicieron para cuantificar impactos, seguidores e influencia, con lo que, obsesionados por medir hasta los pasos que damos, haremos de la ética un ‘ranking’.

Confundir el número de seguidores con el valor es la nueva manera de confundir el valor con el precio. Pero el valor no está en los euros. “Las conclusiones de la experiencia son distintas de las que se obtienen por las cifras”, escribió Johan Cruyff en su autobiografía: “Porque si Messi marca tres veces cada 10 intentos, alguien que mire solo las estadísticas podría criticarlo por tener solamente el 30% de efectividad”. El valor era otra cosa.