Nuestra UE

La temperatura de la tensión se tiñó de rojo. El enfrentamiento de Astra Zeneca con la Comisión Europea subió de tono y un retraso insoportable en el calendario de vacunas impactó en el ánimo colectivo. La farmacéutica aseguraba no poder cumplir los plazos, Bruselas exigía el cumplimiento del contrato. Y lo requería con contundencia, urgencia y amenaza incluida. Después de una semana de infarto, parece que el ritmo de vacunación se recuperará. Y basta con repasar lo sucedido en esta última semana para constatar la flaqueza que hubiera supuesto acceder al mercado de vacunas sin la fortaleza de la UE. Una inmensa subasta sometida a la puja más alta.

Frente a los discursos que alientan la estrechez de miras y se ensimisman en lo propio, solo la fortaleza de la unión es capaz de enfrentarse a los grandes retos. También al poder depredador de tantas multinacionales (no solo farmacéuticas) que atenazan al poder político, alientan la desigualdad y amenazan la misma democracia. En el pulso que está librando la UE está en juego mucho más que la provisión de vacunas, estamos librando la batalla de cómo queremos ser y de nuestro papel en el mundo.