Opinión | LIBERTAD CONDICIONAL

Lucía Etxebarria

Lo inesperado

Pareja homosexual

Pareja homosexual / El Periódico

Nació en 1949, justo nueve meses después de que su padre, teniente coronel, regresara a casa. Le bautizaron Francisco en honor al Generalísimo. Se casó en 1945 con una chica que acababa de concluir el Servicio Social Femenino de la Falange. Ansiaban esa familia numerosa, pilar básico del régimen franquista, que era «lo natural», según les habían dicho. Pero no pudo ser porque apenas mantenían relaciones maritales. Ella solo se atrevía a hablar de ello con el cura, que le aconsejaba paciencia y rezar mucho.

En 1981 llega el divorcio a España. Paco y Carmen ni se plantean divorciarse, nadie se divorcia en su entorno. Pero se separan de hecho, aunque siguen celebrando juntos las navidades. Incluso, a veces, acuden juntos a misa.

A Paco nunca se le hubiera ocurrido que a los 50 años se iba a enamorar. El creía que eso solo ocurría en las novelas de Corín Tellado que leía su esposa. Tampoco hubiera imaginado que iba a ser de alguien 15 años más joven, muchísimo menos de un hombre.

Todo lo llevaron en el más estricto secreto. Vivían juntos, sí, pero ante su entorno, Ramón era el asistente doméstico de Paco, que explicaba que él no sabía cocinar, planchar o limpiar y que, por respeto a su señora, prefería no tener a otra mujer interna en casa.

«Lo suyo»

Poco a poco, con el tiempo, Paco y Ramón se fueron construyendo un pequeño entorno privado de amigos que sí que sabían de «lo suyo». Con ellos organizaban cenas, se iban de copas y a veces de viaje. Pero para su hijo, para su mujer, para sus hermanos, Paco era un señor separado y heterosexual,

No fue hasta 2020, ya cumplidos los 80, cuando a Paco se le pasó por las mientes que vivía con un hombre que durante 30 años no había pasado nunca las Navidades con él (porque él había seguido pasándolas con su mujer y con su hijo), con un hombre que no le heredaría (porque le heredaría su hijo). No fue hasta la llegada de la pandemia cuando Paco tuvo clarísimo que cualquiera puede morirse mañana, pero que en su caso la posibilidad era mayor que en el de otros.

El 11 de enero, se despertó mareado y confuso, Ramón decía que le dolía el pecho...

Y entonces Paco inició un trámite de divorcio exprés y, para sorpresa mayúscula de todos, se casó, a los 80 años, prácticamente en cuanto acabó el confinamiento, en una ceremonia a la que solo asistieron los novios y dos testigos.

El día 11 de enero, Ramón se despertó mareado y confuso, decía que le faltaba el aliento, que le dolía el pecho. Cuando se dirigía al cuarto de baño, se desmayó. Llamaron a la ambulancia, pero la calle estaba cortada por culpa de la nieve, y el servicio se demoró casi una hora. Ramón falleció camino al hospital.

Paco nunca había esperado que fuera él, finalmente, el que heredara a su pareja. En su desesperada necesidad de tenerlo todo bajo control, se le olvidó que hay que dejar siempre espacio abierto a lo inesperado.

Fue la presencia cercana de la muerte la que inspiró a Paco a poner su vida en orden y a ser fiel a sí mismo, pero no pudo prever que en realidad la muerte no venía a buscarle a él. Pero al menos Ramón murió feliz, seguro del amor de su pareja, y con Paco tomándole la mano y sabiendo, porque se lo había dicho en la boda, que murió queriéndole no como el primer día, no, sino más.

Ps: Esta historia es real punto por punto. Solo he cambiado los nombres. 

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