La representación del cuerpo humano

¿Un gran pene para educar a la infancia?

La serie de dibujos animados en la televisión pública danesa protagonizada por un hombre con un gran miembro viril plantea debates de fondo

gente John Dillermand

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Gemma Altell

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Dinamarca estrena, con el 2021, una serie de dibujos animados en la televisión pública dirigida a niños y niñas de 4 a 8 años. Es noticia porque el protagonista es un personaje masculino con el pene (parece) más grande del mundo. Este pene le es útil para realizar actividades cotidianas y para valorar su entorno. El personaje ha generado polémica, pero una vez más, desde una perspectiva poco crítica pero sí moralista. Lo que ha encendido las redes es el debate sobre si es adecuado o no que se exhiba y se hable explícitamente del miembro masculino en un programa dirigido a la infancia.

Si alguna cuestión debe estar clara ante este programa televisivo es que no debería representar ningún problema -todo lo contrario- hablar del cuerpo y de todas sus partes de forma natural en la programación televisiva infantil. Es importante -para construir una buena educación sexoafectiva- que los cuerpos no sean un tabú y se pueda hablar de ello. Sin embargo, la temática elegida para estos dibujos animados plantea, como mínimo, dos debates de fondo que tienen relación entre ellos.

En primer lugar, desde una perspectiva feminista y teniendo en cuenta la relevancia de la función transformadora de la educación en las nuevas generaciones, hay que decir que parece imposible que volvamos a caer en la sacralización del miembro viril. El pene no es como cualquier otra parte del cuerpo ni en términos simbólicos, ni en términos concretos ni en cuanto la mirada patriarcal imperante. El aprendizaje de la masculinidad tradicional siempre ha girado, de forma protagónica, alrededor del pene como expresión de fuerza, valor y privilegio. La sexualidad y -por qué no decirlo- la violencia sexual es falocéntrica.

Las referencias en la cultura 'popular' sobre el pene en palabras, expresiones y las implicaciones sobre el tamaño del pene son incontables y han contribuido a legitimar una masculinidad basada en la manifestación de la potencia, la agresividad y la impulsividad sexual. Esta 'oda' constante sobre el pene lo han disfrutado los hombres como privilegio pero también la han sufrido como presión social. Una exigencia -la de tener un pene grande y erecto siempre que lo marquen los mandatos de la masculinidad- a la que hay que responder por ser hombre, para ser respetado, valorado y reconocido como quien tiene valor dentro de la sociedad.

Por otro lado, alimentar entre los niños y niñas la idea de que el pene de los hombres adultos es un instrumento de curiosidad, juego, al que hay que valorar y descubrir su potencial -supongo que no se le escapa a nadie- puede ser un facilitador de la violencia sexual hacia la infancia. Cuando hablamos de una educación sexual que no incluya tabús y naturalice el cuerpo estamos en las antípodas de tratar el pene como una referencia de la masculinidad, que pretende aportar identidad (a los niños varones) y al que hay que tener siempre satisfecho. 

Cuando hablamos de una educación sexual que no incluya tabús y naturalice el cuerpo estamos en las antípodas de tratar el falo como una referencia de la masculinidad

Me pregunto si hubiera sido posible hacer una serie donde la protagonista fuera la vulva. Seguramente no. Las personas negacionistas de las teorías del género dirán que puede ser igual de tóxico, inadecuado o violento poner en el centro de un programa infantil una vulva con superpoderes. Pero no es así. La vulva siempre ha sido invisibilizada y menospreciada por la sociedad patriarcal como símbolo de todo lo asociado al género femenino. Hace pocos años -y ahora más con el Satisfyer, pero de esto hablaremos en otro artículo- que se empieza a hablar de forma abierta de la anatomía del órgano sexual femenino y del placer y, aun así, siempre genera escándalo por parte de las voces 'bienpensantes' la iconografía pública de vaginas.

Pero, sobre todo, lo que es más relevante, es que si hacemos referencia a las violencias sexuales tanto en el ámbito adulto como el de la infancia -según nos muestran los datos en todo el mundo- son los hombres quienes ejercen la violencia hacia las mujeres y hacia otros hombres (y niños y niñas). Por lo tanto: no, no es igual. Hoy por hoy las vulvas son inofensivas. Las desigualdades de género y las violencias machistas que reciben las mujeres u otras personas consideradas más vulnerables como las personas de género no normativo, los hombres con una expresión de género menos hegemónica y sobre todo los niños están presentes en el ámbito de la sexualidad como en ningún otro. No nos confundamos; una educación sexual sana es aquella que humaniza, no que sacraliza y legitima los privilegios.

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