BARRACA Y TANGANA
La chica de Haller
Nos han entrenado para soportar mejor la cháchara que el silencio
Enrique Ballester
Periodista
Ojalá pudiéramos estar con una persona semiconocida, sentados al lado durante un buen rato, y no sentirnos incómodos con el silencio. Ojalá, pero no, al menos de momento. El silencio es en esos casos tan molesto como un aullido y de ahí surge el problema de la conversación forzada. La gente que me conoce poco me habla siempre de fútbol, porque lo poco que sabe de mí es que me gusta el fútbol. A mí me da bastante igual el asunto, y hasta entiendo que se trata de un gesto de cortesía, pero está claro que nos han entrenado para soportar mejor la cháchara que el silencio.
Hace poco tuve un momento de esos. Estuvimos callados hasta que se hizo insoportable el silencio. Salió 'lo del fútbol'. Me hicieron un repaso de los equipos clásicos de los años ochenta. Recapitulamos futbolistas calvos o con bigote. Viajamos de vuelta a los ídolos de la infancia. Me explicaron incluso conexiones sociales y políticas de media docena de clubes. Fingí interés profesional al respecto y caí en la trampa de la discusión sobre la valía de algunos jugadores. Todo iba más o menos normal y bien hasta que preguntaron si Sergio Ramos es defensa, tal cual, punto en el que me dije, pero vamos a ver, estoy aquí prestando atención a una gente que da lecciones de fútbol y luego pregunta si Sergio Ramos es defensa. Mejor sería gastar toda esta energía inútil en aprender a convivir en silencio.
Algo irracional
Tras la pregunta sobre Sergio Ramos, el equipo de estas personas pasó directamente a la lista de equipos que quiero que pierdan. Cada vez es más difícil saber quién quiero que gane −si no está jugando mi equipo−. Cuando estoy viendo un partido cualquiera por la tele, mi hija pregunta siempre quién quiero que gane. Mi respuesta más habitual es 'me da igual', y su réplica es lúcida y racional, su réplica es 'entonces para qué lo estás viendo', y yo entonces me callo porque mi respuesta sería confusa e irracional y con mi hija, a diferencia de con vosotros, sí soy capaz de estar cómodo en silencio. Entonces me callo, pero el partido lo sigo viendo.
Con el paso de los años siempre hay algo que provoca que un equipo te caiga mal, o al menos regular: que te hiciera perder una apuesta con un gol en el último minuto, que fuera el equipo de tu ex, o aún peor, el equipo de la actual pareja de tu ex, que le ganara un partido importante a tu equipo, que un chaval con la chaqueta de chándal de ese equipo te mirara mal en unas fiestas de un pueblo, o que te destituyeran como entrenador en el PC Fútbol 7.0. A este ritmo de agravios, calculo, en un par de años ya querré que se empaten todos los partidos.
Se podría decir que esta es una actitud infantil frente a la vida, y estaría bien dicho, pero qué le vamos a hacer. Ayer vi que el Ajax había fichado a Sébastien Haller y lo primero en lo que pensé fue en la canción que Nacha Pop le dedicó a su novia, 'La chica de Haller'. Quizá, empezar a contar estas cosas en público sea la solución para que la gente deje de hablarme de fútbol por compromiso y entienda que el silencio es la mejor opción, o como poco la que yo recomiendo. Quizá, pero no, al menos de momento.
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