Lo que nos espera
Barcelona 2021: el calendario más realista del año
Este nuevo año, Barcelona tendrá que pensar qué quiere hacer y qué quiere ser. El turismo no volverá tan rápido como nos pensábamos y algunos negocios no podrán esperar
No es el calendario más alegre del mundo. No tiene paisajes bonitos, ni fotografías premiadas, ni gatitos, lo protagonizan las trabajadoras del CAP del Raval Nord de Barcelona, enfermeras, doctoras y otras profesionales. Aparecen trabajando, atendiendo los teléfonos, visitando pacientes o descansando con todas la protecciones puestas. La mayoría de imágenes son de mujeres y en algunas se intuyen sonrisas debajo de las mascarillas. Son imágenes reales, hechas durante el año más duro que habrán vivido nunca. El calendario es solidario, con lo que se recaude se ayudará a las asociaciones del Raval y es una muestra más de cómo un centro sanitario se ha implicado con los vecinos. No es fácil trabajar en un CAP, y en este menos, especialmente ahora. El día que fui a buscar el calendario, presencié como un paciente, un hombre extranjero, pedía una receta y el dinero, que él no tenía, para comprar los medicamentos. Le habían dicho que allí le darían, como si fuera un cajero automático. Seguido de una chica de origen filipino, con un bebé, que preguntaba, angustiada, qué tenía que hacer si su "señora" había dado positivo en covid. Cinco minutos, dos historias vitales complicadas. Y en la puerta del centro, personas sin hogar, aprovechando el sol del mediodía.
La solución a todo lo que estamos viviendo partirá de CAPs como este, aquí llegaran las vacunas, pero el problema también está en el mismo lugar ¿Cómo llegaran a todo el mundo? ¿Cómo se resolverán las desigualdades? Ellos, los que viven en la calle, la tendrán muy cerca, pero nada garantiza que la acaben recibiendo. Este será uno de los grandes retos del 2021 en Barcelona. Cómo gestionar la pobreza creciente, las colas del hambre, cada vez más largas, el drama permanente de la vivienda y la angustia de encontrar trabajo. Este nuevo año, Barcelona tendrá que pensar qué quiere hacer y qué quiere ser. El turismo no volverá tan rápido como nos pensábamos y algunos negocios no podrán esperar. Veremos cierres sonados.
Ahora mismo, se circula peor en vehículo privado y esto puede ser una buena o una mala noticia, depende de quién lo mire
Y a la crisis económica y sanitaria habrá que añadir otro quebradero de cabeza para el gobierno municipal, quizás el que genere más crispación: la movilidad. Los barceloneses han situado el tráfico como el segundo problema más grave de Barcelona, según el último barómetro de la ciudad. Un problema que parecía del pasado, que se ha situado, de nuevo, en el presente y que marcará el futuro. Ahora mismo, se circula peor en vehículo privado y esto puede ser una buena o una mala noticia, depende de quién lo mire y de la filia política que tenga. La ciudad ha empezado a redimensionarse, a encogerse, para los coches. Hay menos carriles, menos plazas de aparcamiento y menos carga y descarga. Y es evidente que los barceloneses no están prescindiendo del vehículo al mismo ritmo que este pierde espacio. Ahora mismo no es fácil planificar la movilidad, no sabemos cuántas personas volverán al transporte público, cuántas están teletrabajando y si algún día podrán circular, de nuevo, todos los taxis.
Quizás no era el mejor momento para hacer cambios, pero Barcelona ha avanzado. Hechos consumados. Algún día se tenía que tomar la decisión y esta nunca gustará a quien viaja más cómodamente en coche que en transporte público. No se puede esperar, la contaminación enferma y mata. Los conductores tendrán que acostumbrarse y el gobierno municipal tendrá que ser estricto en el cumplimiento de las normas. Quizás hay que destinar más Guardia Urbana al tráfico y combatir con más decisión la doble fila, que complica más las cosas y que ha comenzado a crecer, invadiendo calles y carriles bici de toda la ciudad.
La movilidad, con todas sus variantes (incluido el famoso urbanismo táctico) formará parte de la política municipal, que también tendrá que sobrevivir a la campaña electoral de las catalanas, previstas para el 14 de febrero. Preparémonos para el ruido, y esperemos que solo se quede en eso, en ruido. El 2021 no será un año fácil. Tenemos ganas de cambiar de número, pero pasar del cero al uno no es garantía de nada. El pensamiento mágico no funciona con la pandemia. Así que este año mejor no hacer muchos planes, ni marcarse grandes propósitos. Lo mejor será seguir confiando, ciegamente, en las protagonistas del calendario más realista del año. Feliz 2021.
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