Perspectivas para el 2021
Balance y expectativas
Encaramos un nuevo año marcado por la continuación de la pandemia, la perspectiva de la vacunación masiva y una crisis social cuyas consecuencias los Estados europeos parecen comprometidos a combatir
Eulàlia Vintró
Catedrática de la Universitat de Barcelona
Eulàlia Vintró
Se acaba el año 2020, que pasará a la historia por la irrupción, extensión y mortalidad debidas al virus covid-19. Como todavía estamos en plena pandemia, con el riesgo de una tercera ola y en los inicios de la vacunación, hay que dejar pasar bastante tiempo para poder hacer una valoración de sus consecuencias y de los mecanismos utilizados en cada lugar para hacerle frente. Hoy, sin embargo, ya podemos decir que en Europa no hay ningún Estado que haya gestionado bien la enfermedad y que será imprescindible hacer una evaluación colectiva y acordar las medidas imprescindibles para hacer un frente común ante futuras invasiones víricas que, en opinión de científicos, se volverán a producir más pronto que tarde.
Además de la crisis sanitaria y social ocasionada por la pandemia, las consecuencias económicas que se derivan son y serán de una gravedad inmensa y requerirán varios años para superarlas. Sin embargo, hay que subrayar que esta vez la reacción de la Unión Europea y de los diversos Estados miembros ha sido totalmente opuesta a la que mostraron hace unos 10 años. Ahora no se habla ni se exige contención ni restricciones ni ahorro, ahora se apuesta por invertir, subvencionar y tratar de salvar puestos de trabajo al tiempo que se apuesta por una reorientación industrial basada en la digitalización y en la preservación del medio ambiente, y para la mejora y fortalecimiento de la educación y de la investigación, sin dejar de lado, obviamente, el sistema sanitario y la salud pública.
Medidas significativas, pero insuficientes
Recordemos, en esta línea, los 740.000 millones de euros aprobados por la UE, que se distribuirán entre sus miembros en los próximos tres años de acuerdo con los criterios fijados. En España, la implantación del ingreso mínimo vital, los ertes vigentes hasta el final del estado de alarma y las subvenciones y exenciones fiscales, así como las nuevas transferencias del Estado a las comunidades autónomas, por mencionar las medidas más significativas aunque insuficientes, representan un cambio relevante respecto a los terribles recortes en servicios públicos de la crisis anterior. No olvidemos que estos recortes en materia sanitaria han ocasionado en buena medida el colapso y las insuficiencias actuales a pesar del gran trabajo del personal sanitario.
Encaramos, pues, un nuevo año enmarcado, de un lado, por la continuación de la pandemia, pero con la perspectiva positiva de poder vacunar antes o durante el verano a un número suficiente de personas como para alcanzar la inmunidad comunitaria. Esta es una perspectiva del mundo más desarrollado, pero nadie puede garantizar aún cuando se alcanzará esta inmunidad en todo el planeta. Y por otro, por una crisis económica y social que podrá contar con los fondos europeos y su apuesta transformadora, así como con unos presupuestos estatales que incluyen la cifra más alta en derechos y políticas sociales de nuestra historia. Habrá que hacer una buena gestión y acordar con otras fuerzas políticas y los agentes y movimientos sociales y, también, agilizar los procedimientos y mecanismos de ejecución para garantizar la eficacia. Habrá tensiones, dificultades y conflictos, pero no hay que concentrarse en ellos sino en las realizaciones. El Gobierno del Estado dispone de una mayoría suficiente para seguir aplicando su pacto de Gobierno en su segundo año de mandato, la derecha continuará descalificándolo y tratando de romperlo. Cuanto más insultan menos propuestas alternativas exponen.
Año electoral
En Catalunya, además de las consideraciones sanitarias, económicas y sociales mencionadas, nos encontramos en una situación equivalente pero susceptible de empeoramiento. En primer lugar, un Gobierno provisional y una presidencia en funciones que no se diferenciarán nada del Gobierno y del presidente en activo, ya que ni estos ni aquellos han gobernado a lo largo de tres años, tal como lo afirman la mayoría de encuestas y de medios de comunicación. Pero sí habrán incrementado las críticas mutuas. En segundo lugar, unas elecciones autonómicas presumiblemente a mediados de febrero, donde la ciudadanía deberá expresar si quiere obtener por fin un Govern que dedique sus esfuerzos a mejorar las condiciones de vida de todos los catalanes o si prefiere continuar con la gesticulación, las falsas promesas y el aislamiento internacional que, como hemos visto, no sirven de nada. Ante la crisis que tenemos encima sería imprescindible que esta reflexión y no otras presidan la campaña electoral.
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