La nota

Amat y el caso Quintà

A través del atormentado periodista, el libro explica claves de la política catalana

Alfons Quintà, la vida del cual desgrana Jordi Amat en 'El hijo del chófer'.

Alfons Quintà, la vida del cual desgrana Jordi Amat en 'El hijo del chófer'. / CARLOS MONTAÑÉS

Joan Tapia

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'El hijo del chófer', el libro que Jordi Amat ha escrito sobre Alfons Quintà, es el más vendido (en catalán y en castellano) los últimos meses. Curioso, porque Quintà nunca fue una primera figura. ¿Por qué pues el éxito? Primero, porque es una aproximación, bien narrada y en forma de 'thriller', a un personaje enigmático que tuvo relieve periodístico desde la transición a los noventa y que acabó matando a su pareja y suicidándose después. Aunque entonces la noticia no generó atención.

La principal razón debe ser pues que Amat, a través de Quintà, se adentra, con información nueva, en asuntos relevantes: El retorno de Tarradellas, la influencia de 'El País', Banca Catalana, Jordi Pujol y su tormentosa relación con Madrid y los medios de comunicación…

Quintà, a través de su padre, que fue chófer y amigo de Josep Pla, había conocido bien a personajes de la burguesía liberal catalanista, desde el malogrado historiador Jaume Vicens Vives (muerto en 1960) a Manuel Ortínez, hombre de confianza de Domingo Valls Taberner y el textil, luego director general del IEME (Instituto Español de Moneda Extranjera) con ministros del Opus, que desde los cincuenta aprovechaban sus tertulias en la Costa Brava con Pla -exfranquista y catalanista- para hablar del futuro tras la muerte del dictador. Y Ortínez conectó a Vicens Vives y a Pla con Tarradellas, el 'president' exilado. 

Con este 'background' Quintà -en el programa 'Dietari de Radio Barcelona' y mucho más en 'El País'- pudo dar claves de primera mano de la carta Tarradellas de las que otros medios carecían. Pero Tarradellas no incorporó a Quintà a su círculo de confianza. No se debió fiar. 

Quintà contribuyó también al éxito de 'El País' con informaciones inéditas sobre la crisis de Banca Catalana. Pero tampoco Jesús Polanco y Juan Luis Cebrián confiaron en él al lanzar la edición catalana del diario. Quintà tenía mucha información sí, pero... 

El libro explica que, junto a una gran intuición periodística, Quintà tenía inclinación al chantaje (al propio Pla) y a la desmesura que acababan inquietando. Y Amat vincula, con datos, este desequilibrio emocional, patente en sus relaciones con las mujeres, a la atribulada convivencia con su padre (correazos incluidos). Es este binomio competencia profesional-desequilibrio emocional el que explica el fracaso que acompañó a sus éxitos y a la postre su dramático final.

La cumbre del libro es la tortuosa relación con Pujol. Primero lo ataca con informaciones que dañan a Banca Catalana y que perturban a Florenci Pujol (el padre de Jordi). Pero el 'president' sabe del “comercio de hombres” y decide tragarse sapos (y ganar silencios) usando la capacidad de Quintà para lanzar TV-3 con éxito antes de su primera mayoría absoluta del 84. Quintà, con el apoyo de Prenafeta, fue clave en aquella TV-3 que impactó por su modernidad. Pero sus graves excentricidades, bien detalladas por Amat, obligaron a Pujol a prescindir de él poco después.

Años más tarde Pujol y Prenafeta volvieron a llamarle para lanzar 'El Observador', fracasado diario en castellano que pretendía debilitar a la juzgada díscola 'Vanguardia', asunto que conozco bien. Pero las fobias de Quintà les forzaron a cesarle. Luego Quintà siguió una deriva confusa que se agudizó y acabó como acabó.

Alguien ha dicho que Amat ha escrito un brillante libro sobre un personaje secundario. Y que el también biógrafo de Josep Benet debería abordar una biografía, ni autorizada ni sesgada, de Jordi Pujol, primer político catalán durante años. Pues sí.

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