LAS CIFRAS

Alimentos y covid-19, mirada retrospectiva

El sector agroalimentario ha sido un pilar clave para sostener la economía

Imagen de archivo de un puesto de frutas y hortalizas

Imagen de archivo de un puesto de frutas y hortalizas / EL PERIÓDICO

Francesc Reguant

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Al hacer una retrospectiva de los efectos del covid en relación con los alimentos, lo más destacado es lo que no sucedió: no hubo crisis en el proveimiento alimentario. Los primeros días de locura en los supermercados no forzaron una crisis de suministro (ni de papel higiénico). Camiones y barcos con materias primas y productos elaborados llegaron, los cultivos se cosecharon, las industrias produjeron y en mercados y supermercados encontramos los alimentos. Un ejército de personas asumió un mayor riesgo de contagio para que no nos faltase comida. Es justo evidenciarlo y agradecerlo.

Una vez más, se ha demostrado el papel anticíclico del sector agroalimentario. Tanto en la última crisis de 2008-2012, como en la actual, el sector agroalimentario ha sido un pilar clave para sostener la economía. Sin embargo, aunque durante la última crisis, en el 2008, la producción del sector agroalimentario se mantuvo sin variaciones significativas e incluso aumentó el número de personas empleadas; la crisis del covid, por el contrario, no ha salido gratis. Un conjunto de impactos le han afectado. Ha habido desequilibrios entre la oferta y la demanda en los subsectores más dependientes del turismo y la restauración, como el vino, el ovino, los 'calçots', la flor y planta ornamental, etc.

Al mismo tiempo, el efecto pánico del comprador desvió inicialmente las compras al supermercado o a las compras 'online'. Los damnificados fueron, por un lado, los pequeños comercios, pero, a su vez, se produjo la rotura de las cadenas de distribución de proximidad de las pequeñas y medianas explotaciones agrarias y pesqueras. Este factor, inicialmente, fue especialmente grave en productos muy perecederos, los cuales requieren una salida inmediata al mercado o a la transformación, por ejemplo, la leche y el pescado. Sin embargo, debe destacarse la rápida reacción de la producción agrícola local que ha sido capaz de recuperar y articular varias redes logísticas con soporte digital avanzado para dar paso a la producción de estas pequeñas empresas.

La pandemia, además, ha reforzado la demanda de calidad y seguridad sanitaria de los alimentos, lo que ha acercado el consumidor a esta oferta de proximidad, donde la confianza con el proveedor cobra relevancia. En efecto, entre las lecciones del covid quedará la conciencia sobre la importancia de garantizar el proveimiento alimentario y la necesidad de avanzar hacia un sistema más sostenible, menos dependiente y con una apuesta decidida hacia la mejora del autoabastecimiento desde la proximidad, una opción en la que el consumidor desempeña un papel decisivo.

Como resultado de todo esto, en Catalunya en agosto, el índice de producción industrial en el sector de los alimentos y bebidas había disminuido un -7,1% en términos anuales. Sin embargo, hay que decir que esta contracción ha sido mucho menor que el promedio de la industria manufacturera en su conjunto, que ha caído exactamente el doble (-14,4%). En cuanto a los precios, en abril las legumbres y hortalizas frescas sufrieron un aumento repentino del 10,9%, cifra que causó cierta alarma. De hecho, no faltaron razones para el desequilibrio en los primeros momentos de incertidumbre (pánico inicial, dificultades para contratar jornaleros, rotura de las cadenas de distribución de proximidad, rotura de los canales de distribución para hoteles, restaurante y cafeterías, etc.) sin embargo la fuerza de la deflación resituó nuevamente los precios, de modo que los alimentos de marzo a octubre han aumentado solamente un 0,4%.

Aumento de las exportaciones

Por el contrario, el comercio exterior durante el período comprendido entre enero y octubre -en comparación con el mismo período del año anterior- ha sufrido variaciones notables. En concreto, en Catalunya, las exportaciones han aumentado un 8,6% y las importaciones se han reducido un 4,5%. Como resultado, se ha alcanzado una tasa de cobertura de comercio exterior del 116,8%, lo que representa un superávit en la balanza comercial agroalimentaria nunca alcanzado hasta ahora. La carne ha sido la principal causa del aumento de las exportaciones, con China como principal demandante. Pero también vale la pena señalar el aumento del 16,8% en las exportaciones de frutas. Por otro lado, las bebidas (básicamente vino y cava) han perdido el 13,1% del valor de las exportaciones. Hay elementos coyunturales en estos cambios, pero en el fondo hay una lluvia de tensiones que el tsunami covid está causando. En cualquier caso, estos resultados deberán analizarse con una perspectiva más amplia, teniendo en cuenta las variaciones de consumo que esta crisis está propiciando.

Tal como se ha expuesto no ha habido crisis de proveimiento alimentario, pero sí que habrá una crisis de acceso a los alimentos. El covid-19 dejará una crisis económica y social devastadora. Estos días están aumentando exponencialmente las colas en busca de alimentos a través del Banco de Alimentos, Cáritas u otras instituciones solidarias. En este nuevo escenario, garantizar mínimos de subsistencia para toda la población es una tarea que inexcusablemente debe ser garantizada por la Administración Pública. Desafortunadamente, este tema tendrá mucha importancia en los próximos meses y posiblemente años. De hecho, el covid-19 no terminará un día mágico, al contrario, dejará una gran cicatriz en nuestra economía, en la realidad social y en nuestras costumbres. La recuperación requerirá un ingente esfuerzo colectivo donde precisaremos de la humildad suficiente para reconocernos vulnerables.