Vecino de Ciutat Vella
Un noviembre normal
Alejandro Giménez Imirizaldu
Arquitecto por la ETSAB, profesor de urbanismo de la Universitat Politècnica e investigador del Laboratori d’Urbanisme de Barcelona.
Alejandro Giménez Imirizaldu
Es casi como antes. Un noviembre del Raval, sin turistas. El hotel de la Rambla está vacío como siempre en noviembre, solo que ahora lo han tapiado y no se ve un alma. Lo cubre una malla metálica. Las habitaciones tienen forma de quesito. De día parece un rallador. Pero de noche, en verano, cuando encienden las luces, ves a los guiris hasta la próstata y es más divertido que la tele. Ahora no queda nadie dentro, ni de día ni de noche.
Así que acabas poniendo la tele. Unos funcionarios del juzgado intentan echar a una familia de su casa. Vienen con la policía. Otros funcionarios, de la unidad antidesahucios del ayuntamiento, intentan impedirlo. Un alboroto normal de domingo por la noche a la puerta de una escalera normal, con un montón de muebles normales, bolsas de ropa y maletas normales en la acera. A los funcionarios de uno y otro bando les pagamos entre todos, con fondos públicos. Las vecinas, organizadas con la PAH, se revuelven. Los niños están tiesos, con los ojos como platos. Puede que la familia se quede unos días más en la casa, que en realidad no es suya, es de un fondo de inversión. O puede que los echen. Que los lancen a la calle. El eufemismo judicial de desahucio es 'lanzamiento'. Habrá que meterlos en una pensión porque ya refresca, algo hay que hacer y los críos mañana tienen cole. La pensión también la pagamos entre todos. Pero qué malos son los okupas que se te meten en casa cuando bajas la basura, advierte el telediario. Luego anuncia que las bolsas, las de valores, han llegado a máximos históricos. Bien por los fondos de inversión inmobiliarios. Deben estar frotándose las manos con las eléctricas, el agua, el gas, las de telefonía, las farmacéuticas, los supermercados, las 'online' y la banca. Pringan los trabajadores, los estudiantes, los viejos, los migrantes, las personas con algún grado de dependencia, los autónomos, el comercio local y, como siempre y mucho, las mujeres. Lo normal.
El mes pasado se 'lanzó' a 246 personas en Ciutat Vella. Las pautas sobre desahucios de la ONU, 2007, dicen en su artículo 45: Los desahucios no se ejecutarán en forma que violen la dignidad ni los derechos humanos, los derechos a la vida ni la seguridad de los afectados. Los estados deben tomar medidas para asegurar que las mujeres no se vean sujetas a violencia de género ni discriminación en el curso del lanzamiento, y que los derechos humanos de los niños sean protegidos. El artículo 49 especifica: No deben tener lugar en caso de inclemencias del tiempo, ni por la noche, ni en festivos, ni antes ni durante los exámenes escolares. El 54 avisa de que para la protección de la salud de toda la población debe garantizarse la prevención de enfermedades contagiosas o infecciosas.
La tele es un muermo. Hay que bajar la basura. Acopio de valor. La calle parece normal pero es una ilusión. Se te olvidaba que hay una pandemia contagiosa e infecciosa y te has dejado la mascarilla. Como es normal en el Monopoly, vuelves a la casilla de salida.
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