Al contrataque

Mucho cuento de Navidad

Bola navideña de la plaza Catalunya de Cornellà.

Bola navideña de la plaza Catalunya de Cornellà. / AYUNTAMIENTO DE CORNELLÀ

Antonio Franco

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Con el señuelo de "la Navidad imprescindible" hay gente que desordena la prioridad. Lo imprescindible es la previsión sanitaria. Muchos que jamás han buscado los límites razonables de su libertad individual para que la puedan disfrutar también los demás ahora denuncian supuestas opresiones intolerables. Hartos por buena parte de los planteamientos no tradicionales y familiares que el comercio ha añadido a estas fiestas ahora los reivindican. La primera prioridad es atajar cuanto antes los contagios, las muertes directas por la pandemia y los deterioros y muertes por otras dolencias desatendidas. Hay que pensar menos en la vacuna y más en lo que debemos hacer cada uno de nosotros desde mañana por la mañana hasta que la tengamos puesta. Y atendamos la segunda prioridad: ayudar -desde la política y desde la solidaridad- a los perjudicados, pero sin creer que tenemos los recursos per cápita que habría en Qatar si tuviese justicia social.

La oposición no propone absolutamente nada para engordar el brazo económico público. Ni siquiera anuncia predisposición a corrección de posturas respeto a los impuestos que necesitamos recaudar y a más rigurosidad contra el fraude fiscal, del mismo modo que los particulares que continúan adorando los pagos en negro. Tal vez creen que con un retorno masivo de los aplausos desde los balcones al personal sanitario todo se arreglará. Atención, la crisis es sanitaria pero la solución solo podrá venir de otra política que no sea la de desgastar a los gobiernos legítimamente elegidos para aprovechar el momento, la de limitarse a discursear, la de comparar situaciones diferentes para aconsejar remedios idénticos aunque rompan la igualdad de fondo. Y por otra parte del Gobierno actuar con más claridad, explicar sin retórica, consensuar al máximo y aceptar los riesgos de aplicar lo impopular. Demos tiempo para ir rectificando en función de la evolución de algo que no dominamos, no pidamos promesas definitivas sobre fechas y no exijamos responsabilidades si las arrancamos y no se cumplen.

Si fuésemos por ahí todo sería como un bello cuento de Navidad. Pero con el agua al cuello estaría bien que por lo menos no nos explicasen tantos cuentos de los otros. 

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