Rebajar la dependencia tecnológica

Minimalismo digital

La reducción del tiempo dedicado a las pantallas es el primer paso para un mejor bienestar digital

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Carmina Crusafon

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La pandemia nos ha traído un mayor consumo digital. Vivimos y trabajamos con pantallas. El tiempo 'online' es cada vez más creciente. En este escenario, aparecen nuevas voces reivindicando lo que se conoce como el minimalismo digital. No es un término nuevo, sino que ahora toma protagonismo con fuerza. ¿En qué consiste? ¿Es fácil de aplicar? Analizaremos su origen, componentes e impacto social.

Orígenes del concepto

El minimalismo tiene una base filosófica, que hace referencia a un estilo de vida sencillo, austero y modesto. Toma como referencia la disciplina helenística, que basa su forma de ver la vida en la moderación y el desapego con lo material. Sus aplicaciones son múltiples en diferentes ámbitos. Por ejemplo, se aplica a la arquitectura con un uso artístico que solo utiliza elementos mínimos y básicos. Por extensión, en el lenguaje cotidiano, se asocia el minimalismo a todo aquello que ha sido reducido a lo esencial y que no presenta ningún elemento sobrante o accesorio.

En el caso del minimalismo digital, este término se populariza con la publicación de un libro de un profesor estadounidense, Cal Newport, que analiza el impacto que tiene la tecnología en nuestra vida cotidiana. De hecho, el libro publicado en el 2019 quiere ofrecer una serie de recomendaciones para conseguir una vida más enfocada más allá del ruido digital. Newport lo define como una filosofía de uso de la tecnología en la que el tiempo en línea se enfoca en una pequeña cantidad de actividades cuidadosamente seleccionadas y optimizadas que respaldan firmemente las cosas que cada persona valora, y como resultado todo lo demás pierde protagonismo en el quehacer diario.

Los efectos de la abundancia digital

Nuestra relación con la tecnología no es casualidad. La tecnología está diseñada para mantenernos enganchados. Lo digital utiliza una serie de técnicas persuasivas y motivacionales para evitar que nos vayamos de nuestros dispositivos móviles y hacer que regresemos de forma continua. Esta práctica es fácilmente identificable por todos.

Durante estos últimos meses, los datos muestran que nuestro comportamiento en internet ha cambiado y, mientras el uso de teléfonos inteligentes está disminuyendo, las plataformas de videochat y entretenimiento se están disparando. El uso de las redes sociales ha aumentado: se han duplicado las sesiones de Instagram Live, las videollamadas grupales vía Whatsapp u otras plataformas como Zoom. A todo ello, se suma el tiempo destinado a juegos y deportes electrónicos. Ahora es mucho más fácil justificar la conexión constante y la verificación compulsiva. A diferencia de hace un año, optar por no participar significa aislamiento.

Esto resulta en la tendencia tecnológica del momento: <strong>la adicción digital se ha visto amplificada por el covid-19</strong>. Los expertos explican que se trata de un trastorno del control de los impulsos. Es el uso excesivo o la dependencia emocional de tecnologías como los teléfonos móviles, internet y los videojuegos, hasta el punto de que tiene consecuencias negativas o perjudica al usuario. Algunos usuarios pueden incluso tener dificultades para diferenciar entre la realidad y el mundo virtual.

Esta tendencia se ve claramente en uno de los documentales de Netflix más comentados de las últimas semanas, 'El dilema de las redes', donde se explica exactamente cómo funcionan las redes sociales y cuál es su impacto sobre el comportamiento humano.

Dieta digital

Ante tanta abundancia de contenidos y actividades 'online', una solución que recomiendan los expertos es la 'desintoxicación digital' ocasional: dejar nuestros dispositivos durante un periodo de tiempo para reducir nuestra dependencia y ansiedad tecnológica.  Se trata de iniciar una dieta basada en hacer descansos tecnológicos (de un día, un fin de semana o un mes). A veces, desenchufarnos nos ayuda a recargar energías.

Durante este periodo se podrá descubrir nuevos valores como el de la soledad y el silencio. Después de tanto ruido, la rutina diaria necesita de encuentros cara a cara y de espacios de silencio, que también comunica y compensa mucho. En definitiva, una vida digital saludable pasa por disponer del control de nuestro tiempo y acciones. Algo tan fundamental que sin darnos cuenta lo hemos regalado a las empresas y dispositivos tecnológicos.