Opinión | LIBERTAD CONDICIONAL

Lucía Etxebarria

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El caso Mainat

Es triste que pensemos que lo normal es que las relaciones afectivas se construyan sobre el poder y el dinero.

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Año 2013. El programa de televisión 'El convidat' (foto) dedica un espacio al exitoso productor Josep Maria Mainat. En él conocemos a su bella esposa. Se han casado en el 2012, cuando él tiene 66 y ella 29, y ese mismo año han tenido a una hija. Queda claro que no comparten gustos musicales (ella no conocía siquiera a La Trinca), que no trabajan juntos (el programa habla de «la pareja de casa» y «la pareja del trabajo», Toni Cruz, el socio del productor) y que no comparten responsabilidades en el hogar (el productor reconoce que no se levanta de noche a cuidar de su hija, porque se encarga su mujer) ¿Qué tienen en común entonces? Pues ella dice que él es sexi. Opinión bastante discutible. Aunque para gustos se hicieron colores, Mainat dista mucho de lo que normativamente se entiende por atractivo.

Poco después tienen otro hijo. Preguntado Mainat en una entrevista por si no le da miedo tener un hijo a tan avanzada edad, 69 años, él responde que cree que biológicamente está en los 40. Nadie sabe de qué trabajaba la señora de Mainat antes de conocerle. Sí tenemos claro que él era millonario, y que ella no tiene patrimonio personal.

Sarah Paulson y Holland Taylor se conocen en una cena, en el año 2005. Sarah tiene 31 años, Holland 63. Sarah cree que Holland posee «una belleza exquisita». Vuelvo a repetir eso de la belleza normativa y los gustos y los colores, pero sí que es cierto que la particularísima belleza de Holland es muy comentada y que de hecho la señora Taylor es una de las protagonistas de una comedia ('Dos hombres y medio') en la que su trama argumental gira en torno al hecho de que se trata de una mujer que utiliza su belleza para manipular a quien se le ponga por delante. Sarah y Holland van coincidiendo en diversos actos sociales. A fin de cuentas, ambas son actrices. Ambas igualmente ricas y famosas.

En el 2015, Holland envía un mensaje a Sarah. Quedan para cenar. No se separan desde entonces.

Preguntada Holland en una entrevista por si no le da miedo iniciar una relación con una mujer mucho más joven a tan avanzada edad, ella responde que Sarah es consciente del riesgo (que Holland enferme o muera antes), que lo han hablado, y que Sarah ha sido extraordinariamente generosa al aceptar correrlo.

En el primer caso, casi desde que se conocen Josep Maria y Angela se casan, oficializan su relación. En el segundo, Sarah y Holland han ocultado su relación durante casi cuatro años, porque a Sarah le advierten de que hacer pública su relación puede perjudicarla, que la gente va a pensar que tiene un trastorno.

Es curioso cómo no nos sorprenden relaciones como la de Mainat y Angela, Donald Trump y Melania o Dragó y Naoko. Partimos de la base de que un señor con fama y/o dinero va a fascinar a cualquier mujer joven que beberá los vientos por él (o por su dinero). Pero cuando se trata de dos mujeres, o de una mujer mayor y un hombre joven (Macron y Brigitte), todo son sospechas. De Macron se dice que es gay y que Brigitte es su tapadera. Sarah cuenta que constantemente le hacen burlas obscenas o le dicen que está buscando una madre.

Es triste que pensemos que lo normal es que las relaciones afectivas se construyan sobre el poder y el dinero, y nos sorprenda tanto encontrarnos con una relación que se ha construido sobre el amor. 

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