Desde Sants

Ni olvido ni perdón

Rodaje de 'La mort de Guillem'.

Rodaje de 'La mort de Guillem'. / MIGUEL LORENZO

Irene Jaume

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En Sants las paredes siempre han gritado, es algo que noté cuando llegué al barrio, vista la cantidad de pintadas y murales que se extendían por las calles. Aún ahora pasa y a veces gritan que se paren los desahucios o que se libere a los presos políticos. Otras veces son declaraciones, como cuando Fernando encuentra que Claudia es su 'queen' (y se lo hace saber con un corazón atravesado por una flecha), u órdenes que dicen "no cerréis tan temprano, cutres" en la calle de Riego. El otro día, sin embargo, y como si la persona que la hizo no hubiese tenido tiempo de terminar la obra, encontré un "Ni oblit, ni perdó". ¿No olvidar qué y no perdonar a quién? Con alguna otra frase quizás podría haberme imaginado una historia cualquiera, pero esta frase, justo esta, sabía exactamente a qué se refería.

Y me la hago mía; hace muchos años que la conozco y repito. Y hace dos días que he ido al preestreno de 'La mort de Guillem'. Cuando asesinaron a Guillem Agulló yo tenía 7 años, vivía en Palma, hacía segundo de primaria y no sabía quién era Guillem. Tampoco había venido nunca a Barcelona. No fue hasta unos años después que su nombre y su historia quedarían grabadas dentro para siempre. Guillem y su asesinato me enseñaron, y me enseñan aún ahora, que la nostalgia de un pasado podrido y la complicidad de unas estructuras y unas instituciones infestadas de desmemoria y nula dignidad son el escenario perfecto para que el odio permanezca impune. El odio que, mientras nos decían que vivíamos (y nos dicen que vivimos) en democracia, mató a Guillem y a tantos otros. Un odio visceral y obsceno, violento y agresivo, amenazante y coaccionador, un odio que no solo entiende de banderas: los de fuera solo molestan si son pobres, las manifestaciones molestan si son en los barrios populares y la corrupción y los abusos solo lo son cuando lo hacen los demás.

Pensar, decir o pintar en una pared "ni oblit ni perdó" es la manera de plantarnos delante de su cara y decirles exactamente eso: no nos olvidamos de quiénes fueron, de quién son ahora y de quién sí los ha perdonado. Algunos le dirán rencor, yo diría memoria y dignidad.

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