Los lunes, ciencia

El cóctel de la ciencia 'millennial' y 'pandemial'

Esta emergencia una nueva forma de hacer y comunicar ciencia en la era de la pandemia

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Manel Esteller

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No he sido nunca de cócteles. Nadie es perfecto. Como máximo de joven un volcán en el Aloha o el Kahala. Pero ahora estamos asistiendo a la tormenta perfecta donde se mezcla el tipo de ciencia que se apuntaba al empezar los 2000 (millennial) con la que está emergiendo por la crisis sociosanitaria del coronavirus (pandemial). Hablemos de ello un poco, por favor.

De forma muy clásica la investigación se dividía en básica, traslacional y clínica. Forma sencilla de identificar sus investigadores: los primeros no usan frecuentemente la bata inmaculada, los últimos siempre la llevan puesta (incluso cuando van a la cafetería) y los del medio a ratos sí ya ratos no, como si sus convicciones fueran las de Groucho Marx.

De manera más seria, los primeros estudian los mecanismos íntimos de porqué pasan las cosas, los últimos los efectos últimos en los pacientes reales y los del medio hacen de intersección entre los primeros y los últimos. Un ejemplo, resolver la estructura tridimensional de un receptor vírico podría ser investigación básica, probar diferentes inhibidores del mismo en cultivos celulares y ratones podría ser traslacional y constatar la respuesta y efectos secundarios del fármaco en las personas con la infección sería investigación clínica. Todas son igual de importantes y este es el punto que quisiera dejar claro. Todas merecen ser financiadas si la calidad de lo que hacen es buena. De igual forma que ahora se están probando ya con personas afectadas por el covid-19 nuevos medicamentos y dispositivos para aliviar o curar la enfermedad (investigación clínica), hemos también de apoyar a los científicos que estudian detalles de la biología más compleja de los coronavirus y de otros agentes infecciosos similares, aunque ahora no provoquen ninguna enfermedad (investigación básica). Tenemos que estar preparados y diversificar mejor nuestro abanico de conocimientos.

Otros aspectos de la ciencia que también está cambiando es el tipo de actividad que se hace; dónde se hace; y cómo se explica. Por partes. La generación de descubrimientos está transformándose: buena parte de los laboratorios de nuestro entorno están convirtiéndose en 'traductores' de información que es generada en otra parte. Con las honrosas excepciones de algunos grandes centros de EEUU, Alemania y Reino Unido, una porción muy significativa de los datos moleculares se han obtenido de muestras analizadas en países terceros como China o Corea que ofrecen unos precios demasiado tentadores para poder resistirse. Los que aún generan su información de DNA y RNA desde aquí son unos héroes, y muchas veces lo hacen por un compromiso de país, cualquiera que sea este.

Los que sí se hace mayoritariamente es el análisis de los datos, gracias a la excelente formación y magníficos profesionales que tenemos en las áreas de la bioinformática, "machine learning", inteligencia artificial y disciplinas relacionadas. La segunda parte tiene que ver con la localización y tiempo del trabajo. Muchas generaciones de investigadores trabajaban sin mirar el reloj. Hoy, para unos cuantos, la investigación se ha convertido simplemente en una salida profesional como cualquier otra, vacía de la pasión y espíritu que le daban investigadores de épocas no tan pretéritas. No hago juicios de valor. Me gustaría pensar que gestionan mejor su tiempo. Quiero creer que el teletrabajo permitirá conciliar mejor calidad e intensidad con la vida familiar. Moriré siendo un optimista.

La última sección tiene que ver en cómo se comunica la ciencia. La forma tradicional de hacerlo es escribiendo artículos que explican los resultados de la investigación que son enviados a revistas de grandes editoriales internacionales que consultan con otros expertos (que no cobran por ello) de forma anónima para determinar la calidad del trabajo y decidir si es publicable o no. Este sistema ya tiene grietas importantes. Otra vez no hago ningún juicio de valores sino simplemente explico los hechos. De entrada, muchas agencias financiadoras de la investigación obligan a que los resultados de la misma se publiquen de forma abierta, sin suscripciones. Esto supone un incremento del gasto de los investigadores.

Algunas revistas ya usan revisores que no son anónimos. ¿Creando amigos o enemigos del investigador evaluado? Una alternativa creciente es colgar los artículos en repositorios de acceso gratuito mientras la revista decide si se publica o no. Y cada vez se anuncian más descubrimientos en las redes sociales directamente. Por suerte, todavía hay cierta precaución y se acostumbra a comprobar si la información está validada por una publicación algo más real. ¿Dónde acabará todo esto? Ni idea, pero os puedo contar que los descubrimientos anunciados en Twitter tienen mucho más impacto y citas que las que no lo son. De aquí al descubrimiento TikTok hay un paso.

*Médico, Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras.

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