UNA FOTO REPETIDA

Messi, el capitán más cabreado de la Liga

Sergi Roberto, Messi, Busquets y Piqué, capitanes del Barça.

Sergi Roberto, Messi, Busquets y Piqué, capitanes del Barça. / periodico

Emilio Pérez de Rozas

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Puede que yo sea un membrillo, ni siquiera lo pongo en duda. Es más, como a menudo me decía (simpáticamente) mi padre, soy un ‘galifardeu’. Y hasta puede que sea el único de esta tribu que, cada mañana, se frota los ojos y se pregunta ¿qué está pasando? Sí, sí, soy el único, seguro, porque no ceso de hablar con grandes, inmensos y sesudos barcelonistas, alguno hasta vicepresidentes descubridores de entrenadores, que han decidido pasar página "porque es lo mejor para el Barça". Porque es lo que toca.

Pero yo, lo siento, quiero insistir en mi pedrada. Lo último que he descubierto es que la revolución empieza con la misma foto de siempre, con la misma foto de los cuatro capitanes y, sobre todo, con el silencio de que no sabemos, a ciencia cierta (bueno, ni a ciencia cierta, ni a ciencia falsa), si hubo votación, si alguien dijo "venga, que sigan los de siempre y así no los podrán despedir" o, simplemente, siguen mandando (dentro, en las catacumbas) los de siempre.

El brazalete de Messi

Porque, veamos, el membrillo se pregunta: ¿si usted fuese uno, dos, cinco, diez, cualquiera de los futbolistas del Barça despreciados por Leo Messi en sus declaraciones, cuando los calificó de panda y de una plantilla incapaz de ganar nada, lo volvería a votar como capitán? Mejor aún, perdonen, ahora es el ‘galifardeu’ el que pregunta: ¿no hubiese sido más digno, más ético, más normal, que el propio Messi hubiera presentado la renuncia como capitán y entregado el brazalete “porque estoy más fuera que dentro” o, simplemente, “porque, pese a mi deseo, no tengo más remedio que quedarme” ¿Ocurrió eso? ¿Alguien lo puede confirmar? O, como desean los culés pactistas, olvidadizos (aquellos que solo se acuerdan de los días de gloria y esperan el golazo del sábado ante el Elche para volver a empezar), hubo un momento que todo el vestuario fue un clamor “¡Leo, el brazalete es tuyo, te queremos con nosotros, aunque seamos muy malos (como tú dices)!”

¿Había o no proyecto?

Porque (ahora habla el bobo que se frota los ojos cada día ante el espejo y se pregunta cómo puede tragarse la gente tanto teatro), eso de que ¡jamás ha habido proyecto! que gritó Messi, en chanclas, en bermudas, en el cuarto de la plancha de su masión de ‘Castefa’, fueron, dicen los que analizan meticulosamente el comportamiento de la ‘pulga’, palabras que dijo Leo Messi Cuccittini, no el capitán y futbolista del Barça.

Es decir, Messi las dijo porque estaba desesperado, porque quería irse, porque estaba harto, tratando de justificar su decisión, aquella que ni estaba apoyada por contrato y/o documento alguno ni, mucho menos, por club, jeque o estado de petrodólares dispuesto a pagar su clausula.

Entonces, escribe el membrillo, lo que el Messi capitán (futbolista) dijo a RAC-1, el 9 de octubre del 2019 (no hace tanto ¿verdad?), debía ser cierto: “Tenemos un plantel con grandísimos jugadores como para poder optar con ellos a ganarlo todo (…) Creo que, en estos últimos años, ese proyecto ganador siempre lo tuvimos (…) Los dos últimos años fue culpa nuestra no poder ganar la Champions por la manera que quedamos eliminados, no fue por culpa del proyecto”.

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