Desde L'Hospitalet

Que abran los coles. Y la biblioteca

Me cuentan que no nos abren la biblioteca del barrio por falta de personal y tiene 70.000 visitas anuales. Preguntan dónde van a hacer los deberes, y los trabajos en grupo, los niños y niñas sin habitación, ni mesa, ni wifi, ni ordenador

Detalle del perchero de una guardería, en estos días de estado de alarma.

Detalle del perchero de una guardería, en estos días de estado de alarma. / periodico

Montse Santolino

Montse Santolino

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Vuelta al cole. No se habla de otra cosa. En el barrio nos emocionamos mucho cuando vimos que tanta gente diferente insistía en que había que volver al cole sobre todo, sobre todo por el alumnado vulnerable. Cuánta razón. Sabemos de qué va. Aquí, en La Florida, todas las escuelas son de alta complejidad y solo hay que estar 10 minutos en la puerta de alguna, y ver las cabecitas, para saber qué es la segregación escolar. Pero mientras todos los expertos hablaban de la importancia de la escuela como nivelador social, muchos niños y niñas del barrio se quedaron sin beca comedor, y la Generalitat y el Ayuntamiento de L'Hospitalet se enzarzaron en su habitual y poco edificante cruce de acusaciones: esto no es cosa mía- ni tampoco mía- es tu responsabilidad-no es la tuya. Aunque también podía ser que consiguieras hablar con una trabajadora social, un bien escaso, y ni así: pocas manifestaciones más crueles de la pobreza infantil que no poder cobrar la beca comedor porque tus padres no tienen papeles, y no pueden abrirse una cuenta en el banco. 'No papeles, no cuenta, no comes'. Diga lo que diga la Convención sobre los Derechos de la Infancia.

Necesitamos que abran los coles. Ya hemos perdido seis meses de futuro. Aunque juguemos con un brazo atado a la espalda. Ya sabemos que no tendremos suficientes espacios, ni profes, ni dispositivos. Que no se podrán habilitar muchos equipamientos extra porque no tenemos. Será un curso difícil, pero no nos podemos permitir no creer en la educación. Tenemos miles de niños y niñas que sacar adelante, y un montón de profes y familias empeñadas en mantener alto el listón de sus expectativas. Y mamás como Marcela y Wassima, mamás migrantes al frente de ampas que no se rinden ante el sistema demente de competencias e incompetencias políticas. Me cuentan que no nos abren la biblioteca del barrio por falta de personal y tiene 70.000 visitas anuales. Preguntan dónde van a hacer los deberes, y los trabajos en grupo, los niños y niñas que no tienen habitación, ni mesa, ni wifi, ni ordenador. ¿Alguna idea?