Ciencia
Mis 10 células, tejidos y órganos favoritos
Puedes poner células del corazón en un placa de cultivo y las ves latir. Eso sí que es perseverancia
Manel Esteller
Médico. Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras
Mientras esperamos Eurovisión y las próximas elecciones, me gustaría comentaros mis 10 células, tejidos y órganos favoritos. Vamos a ver, si se pueden hacer 'rankings' de todo, ¿por qué no lo podemos elaborar tambien de nuestros componentes? De antemano quisiera pedir disculpas a aquellas partes del cuerpo que no se vean recogidas en esta clasificación. Es cuestión de espacio y un poco de subjetividad. ¡Vamos a por ellas!
1. La neurona. Célula magnífica. Como un pulpo o una estrella con sus dendritas y sus axones. Parecía que a medida que las ibamos perdiendo no se podían regenerar, pero ultimamente esta idea va cambiando y alguna neurona joven que otra puede reaparecer. Una curiosidad: no existe cáncer derivado de una neurona. Lo que llamamos tumores cerebrales se originan de las celulas de sostén que acompañan a las neuronas, la glia, que origina los gliomas y la bestia negra del glioblastoma.
2. Los linfocitos tipo T. Preciosos, trabajadores, eficaces. De forma general, los dividimos en dos tipos, los CD4 y los CD8, siendo los primeros los ayudantes y los segundos los que realizan la tarea de luchar y comerse los agentes infecciosos. Los CD4 se ven atacados en el caso de la infección por VIH, apareciendo immunodeficiencia. Los linfocitos B me gustan menos, pero no es nada personal. De hecho, existe una terapia contra un tipo de leucemia agresiva que lo que causa es la perdida de los linfocitos B y las personas sobreviven.
3. El endometrio. Quizá lo he seleccionado por motivos sentimentales, ya que fue el objeto de estudio de mi tesis doctoral. Se trata de la capa más interna que recubre el útero. Cambia su aspecto durante el ciclo menstrual y un día muy especial un óvulo fecundado anida en el y luego un embrión originará un feto y luego el mundo exterior lo esperará con sus alegrías y sus tristezas.
4. El corazón. Lamentablemente no residen en él los sentimientos. Todo sería más fácil. Aunque canciones que dijeran “me has partido el córtex” supongo que serían más difíciles de rimar. Puedes poner células del corazón en un placa de cultivo y las ves latir. Eso sí que es perseverancia. La afección cardiovascular se denomina muchas veces el asesino silencioso porque no da la cara clínica hasta que es demasiado tarde.
5. El músculo esquelético. Aquellos que los tienen pueden presumir de él en la playa, si no, pues nos ponernos una bonita camiseta. Su contracción es voluntaria, con la excepción del anteriormente mencionado corazón. El delicioso jamón ibérico es músculo esquelético con unas estrías de grasa. Enfermedades del mismo como distrofias musculares hereditarias aún esperan tratamientos verdaderamente efectivos.
6. El ojo. Una de mis obsesiones. Un órgano excepcional. Como si hubiera sido el regalo de una civilización más avanzada que nos hubieran colocado en las cuencas vacías de nuestro cráneo. La parte denominada retina es en realidad una extensión de nuestro cerebro, así con eso lo digo todo. Vigilad las degeneraciones de la retinas asociadas a diabetes mal controladas.
7. Los ganglios linfáticos. Los puestos de vigilancia de nuestro sistema immune. Los tenemos repartidos en muchas encrucijadas y oquedades de nuestro cuerpo. Si los notamos, suelen ser señal de una infección, muchas veces asociada a un pequeño corte o herida en una zona cercana. Pero si se mantienen en el tiempo sin lesión proxima evidente, pasemos a saludar a nuestro amable médico.
8. El hígado. El laboratorio del cuerpo humano. El maestro del metabolismo. Un órgano immenso. De forma global en el planeta el cáncer de hígado es muy frecuente y de prognóstico adverso. Afectaciones del mismo nos convierten en un limón maduro y adquirimos un aspecto amarillento. Es más evidente si levantamos el ojo y estudiamos la base del globo ocular. Suele suceder en las hepatitis, ya sean víricas o por tóxicos como el alcohol.
9. Las articulaciones. Pobrecitas. Tienen que lidiar con músculos, cartílagos, huesos y tendones. Y solo nos acordamos de ellas cuando nos duelen. En los deportistas profesionales, y especialmente en los de fin de semana de la crisis de los 40 o 50, suelen saltar por los aires. Y con la edad vamos perdiendo la flexibilidad de las mismas. Ellas sí que son un reloj inexorable.
10. Y la piel. El órgano más extenso del cuerpo humano. Contiene al resto de la maquinaria y nos protege del medio exterior. El tumor de piel es curable en un 90%, pero el melanoma de los lunares ya es una historia más complicada. Me quedo con el gusto de la piel de un verano de hace demasiadas décadas.
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