Ideas

Vuelve el barroco

Al igual que en la mejor cocina, no descarta ingredientes sino que trata de incorporar cuanto más mejor y armonizarlos

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Xavier Bru de Sala

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Shakespeare, Bach, Cervantes, Proust... Sólo faltaba el covid-19 para redescubrir que, por mucho que nos gustara y nos empeñáramos, la verdad no ha sido nunca ni aristotélica ni cartesiana. La idea según la cual lo barroco consiste en recargar el retrato con inútiles volutas que no añaden sentido sino confusión es aún menos acertada que la concepción stendhaliana del arte como un fiel e infalible espejo extendido a lo largo del camino. No se trata tan sólo de reincorporar la incertidumbre a unas previsiones demasiado rectilíneas hasta el virus sino reconocer que la multitud, el haz de los hilos que van de las causas a las consecuencias, es una ovillo casi imposible de desenmarañar. La pureza, el despojarse, la elevación, pertenecen a la mística o conducen a ella.

En cambio, las simplificaciones suelen ser producto de la impotencia y la rendición ante la complejidad, y si no se detienen en el reino de las ideologías solventes desembocan en la eficiente estupidez de los mal llamados populismos y en la crueldad de los intolerantes. Quizás entre ellos y los tontos descubriremos a los culpables de la mala prensa del barroco, a quienes lo han convertido en adjetivo despectivo. Ninguna escuela o filiación estética tiene el patrimonio de la belleza, pero es incontrovertible que el barroco gana de largo en la carrera para revelar segmentos más amplios de la auténtica y siempre misteriosa naturaleza de las relaciones entre las cosas, los hechos, y las personas . Es así porque, al igual que en la mejor cocina, no descarta ingredientes sino que trata de incorporar cuanto más mejor y armonizarlos. 

Como introducción al regreso del barroco, por encima de las novelas y las series nórdicas de tanto renombre, destaca la británica 'Endeavour', el aclamado detective de Oxford, antihéroe anti romántico sin remisión. Más o menos interconectados, en cada capítulo aparece más de un caso complicado por resolver. Pero aún la vuelven más recomendable la ironía, la amplitud y diversidad de la galería de paisajes y personajes y el distanciamiento entre los sentimientos, sus expresiones y sobre todo sus consecuencias.