IDEAS

Regreso al futuro

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Josep Maria Pou

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Si yo escribo “Anoche soñé que volvía a Manderley”, es muy probable que ustedes reconozcan la cita como una pedantería y pasen la página de inmediato. Pero si escribo “anoche soñé que volvía a una sala de cine” es posible que les conmueva la expresión de un deseo largo tiempo alimentado. Si añado, además, que ese ha sido un sueño recurrente en los últimas semanas, entenderán que más que de un deseo les estoy hablando del aire que respiro.

Por fin, hace solo un par de días, hice el sueño realidad y volví a entrar en un cine después de seis meses de ausencia. Nunca, en toda mi vida (no, al menos, desde que conservo memoria), había estado tanto tiempo sin pisar un cine. O un teatro. Nunca.

Podría decirles que fué como entrar de nuevo en Manderley, pero no. No fue, tampoco, un retorno a Brideshead. Ni un volver a casa por Navidad. Todo fue de lo más normal, con las mismas ganas y la misma expectativa de miles de tardes anteriores. (Escribo miles y no exagero: durante muchos años he sido de cine diario como otros lo eran de misa diaria). Sólo que ahora con hábitos nuevos y distinta rutina.

Quienes ocupábamos las butacas debidamente separadas nos reconocíamos, sin conocernos, como formando parte de una gran familia. Y en silencio, por debajo de la mascarilla, nos dábamos la bienvenida los unos a los otros. Doy fe de ello, porque en la semioscuridad de los primeros anuncios tuve tiempo de inventariar un brillo cómplice en todos los ojos, un guiño candente que transformaba aquella sala en un paisaje de balizas luminosas. Ya no estábamos en el territorio de las palomitas sino en el de las luciérnagas. Y por un momento me pareció que el reflejo de los ojos hacía traslúcidas las mascarillas para revelar, sonrisa a sonrisa, la inmensa alegría del reencuentro.

Por lo demás, anclado en mi butaca preferida (fila 7, pasillo) pocas veces me he sentido tan seguro contra el virus: todos quietos, ningún movimiento, butacas alternas, nunca frente a frente, la boca cerrada, la vista en la pantalla...

Fue solo al salir cuando me di cuenta de que aquel regreso había sido, en realidad, un “regreso al futuro”.