El arte de aconsejar

A esto no llega el algoritmo

La manera de clavar la recomendación de un libro queda reservada a las conversaciones en vivo

Una mujer lee la contraportada de un libro, en La Central, el pasado 23 de julio, día del llamado Sant Jordi de verano

Una mujer lee la contraportada de un libro, en La Central, el pasado 23 de julio, día del llamado Sant Jordi de verano / periodico

Isabel Sucunza

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Hay un tipo de cliente muy favorito aquí en casa: aquel que, después de pasarse un buen rato enredando en las mesas y en las estanterías, dándoles la vuelta a los libros para mirar las contraportadas y abriéndolos con cuidado para leerse las primeras páginas, se dirige al librero cargado con cinco o seis volúmenes y le dice: "Quiero comprarme dos, ¿me ayudas a elegir?". Existe también una versión más sencilla y más habitual de este tipo de cliente: el que llega a la caja con dos libros y te dice: "No sé cuál llevarme".

Este tipo de cliente es favorito porque al formular su duda enseñándote una primera selección que ya ha hecho, enseguida ves que la parte del contenido que le apetece leer ya la tiene resuelta y que lo que te pide realmente, aquello que le hace imposible acabar de decidirse, es una cosa más básica que tiene mucho que ver con cómo quiere sentirse al leer el libro que acabará comprando.

Son situaciones, estas, que dan pie a conversaciones librero-cliente del tipo: "Estos dos pasan en la misma época, pero este tira más hacia dentro de los personajes, mientras este otro se centra más en la cosa política del momento". "Ay, el primero entonces, que ya soy yo más así, de tirar para adentro", responderá el cliente. O "el segundo mejor, que me lo pienso llevar de vacaciones y no tengo ganas de comerme la cabeza". Son conversaciones en las que el librero habla de libros mientras que el lector habla de sí mismo; son momentos en los que se puede llegar a ver muy claramente aquella cosa humana que tienen los libros, cómo conectan, por dónde nos entran y de qué manera (más allá de hacernos pasar el rato) nos pueden llegar a tocar según cuándo y cómo los leamos.

Hasta ahora no se ha encontrado la manera de incluir en una crítica, en una 'review' de Goodreads, en un algoritmo de Amazon, en una contra por muy bien redactada que esté, la manera de transmitir esta información al posible comprador final. Mucho me temo que esta manera de clavar la recomendación queda reservada a las conversaciones en vivo entre dos humanos lectores.