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Las ampliaciones de las terrazas

Barcelona puede dar un balón de oxígeno a bares y restaurantes con más flexibilidad en las licencias, pero prevaleciendo el interés común

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La situación que vive el sector de la restauración es crítica desde el confinamiento y se ha agudizado con las restricciones impuestas estos últimos días. La imposibilidad de abrir bares y restaurantes hizo agudizar el ingenio (con encargos a domicilio, por ejemplo) pero generó desasosiego, incluso en la fase 1 de la desescalada, puesto que las medidas sanitarias reducían los aforos de los locales en el exterior y, hasta la fase 2, no se permitía consumir en el interior. Fue entonces cuando la ampliación o implantación de nuevas terrazas se contempló como un balón de oxígeno. Hace muchos años que existe, en Barcelona, una confrontación entre el Gremi de Restauració y el ayuntamiento por lo que respecta a la ocupación de la vía pública. Compaginar la posibilidad de negocio, por una parte, y la preservación del espacio urbano ha sido motivo de disputa. Hasta finales de este mayo, tras el pacto para ayudar a superar una crisis que ha hecho caer en picado los ingresos de los restauradores. La fórmula fue más flexibilidad en las autorizaciones y un 75% de rebaja en la tasa municipal.

Las peticiones (dos tercios de ellas de ampliación y un tercio, de nuevas concesiones) han superado las expectativas, con más de 5.800 demandas en una ciudad que cuenta con unas 5.500 terrazas habituales. El problema es la tramitación de las mismas y las denegaciones efectuadas. Por una parte, y a pesar del esfuerzo de la administración, todavía existen unas 2.000 sin resolver; y, por otra, se trata de combinar la legítima reclamación del sector con el interés colectivo. Terrazas, sí, pero no invasivas del espacio para peatones, y menos en barrios de mucha densidad como Ciutat Vella o Gràcia, los más afectados por la negativa. Terrazas, sí, pero adaptándose a la singularidad de cada distrito y, preferentemente, en aparcamientos de la calzada ocupada hasta ahora por vehículos. La eclosión de la terraza es hoy por hoy una necesidad vital y no un capricho lucrativo, más aun cuando el turismo no acaba de concretar la recuperación en la capital catalana. Pero en la gestión municipal debe prevalecer también, al lado de una cierta condescendencia que puede ser la salvación de muchos locales, el objetivo del bien común, para que pasear por la ciudad no se convierta en una carrera de obstáculos.