La antesala

El viernes 13 de marzo, <strong>la portada de EL PERIÓDICO destacaba: 'Aulas cerradas. Bolsas en pánico'. </strong>Solo cuatro meses han transcurrido desde ese día en que entramos, sin ser muy conscientes, en la antesala del desconsuelo. Igualada amaneció con un silencio espectral, se convertía en el primer territorio confinado en Catalunya. Aún nos costaba hacernos a la idea. Horas después se anunciaría el estado de alarma de próxima implantación. Nuestras vidas estaban a punto de cambiar como nunca antes hubiéramos imaginado. Incluso ahora cuesta. Para empezar, asumir esos más de 27.000 fallecidos. ¿Cuántas historias de duelo sin cerrar arrastra esa cifra? Vidas truncadas, repentinamente truncadas. ¿Cómo asumir esas despedidas en solitario, ese vacío que ni siquiera se pudo llenar de palabras o gestos?

De improviso, el vocabulario empezó a poblarse de palabras que solo los mayores conocían. En nuestra mente aún sonaban a blanco y negro, a rostros antiguos, a tiempos pasados. Nosotros, que creíamos saberlo todo, nos declarábamos oficialmente ignorantes. No estábamos preparados para preguntar sin recibir respuesta.