Un año más

Cumpleaños 'feliz'

Un día, mi amigo y socio Paco Mir, mientras conversábamos del ineludible paso del tiempo, me musitó al oído la frase más demoledora que he oído jamás. Me dijo: "Lo peor está por llegar"

Un anciano en una silla.

Un anciano en una silla. / periodico

Carles Sans

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Es curioso porque de entre las transformaciones que he sufrido durante el confinamiento, la de adquirir conciencia de la edad ha sido una de las más dolorosas, y no digo dolorosas por la serie de dolencias que en menor o mayor grado voy acumulando con el tiempo en partes del cuerpo tan útiles como las rodillas, las lumbares o las cervicales, lugares que de forma periódica se me acentúa un dolor terco y punzante que solo apacigua algún antinflamatorio directamente contraindicado para el estómago. Algunas personas contamos con que nuestro aspecto exterior se mantenga bien aparente para así confundir al personal y se piense que somos más jóvenes de lo que somos. Se dice que las personas disponemos de tres edades: la cronológica, la fisiológica y la social. Me importa sobre todo la fisiológica, es decir la de la salud; pero no nos engañemos, la social, si te va a favor, tiene su importancia.

La pasada semana cumplí años y lo he hecho en la clandestinidad más absoluta. La cifra lo exigía. No celebré nada con casi nadie porque quise evitar las cada vez menos ocurrentes bromas acerca de la cifra, y el casi siempre desafinado "cumpleaños feliz" que se canta frente a una tarta. Algún amigo me dice que he de sentirme afortunado por cumplir en “plenas facultades”, y que no hay nada más bonito que celebrar un año más de vida. Estoy de acuerdo, esta es la cara A del disco. La B es que precisamente porque me siento afortunado de estar vivo y rodeado de gente querida, me parece muy inoportuno entrar ahora en el último cuarto de partido. Porque, no nos engañemos, salvo descuentos inesperados, este el último cuarto.

En estos días de confinamiento las noticias me recordaban una y otra vez que me encuentro en el considerado sector social de riesgo. Nunca pensé que ingresaría, sin apenas notarlo, en un club social tan impopular. Un día, mi amigo y socio Paco Mir, mientras conversábamos del ineludible paso del tiempo, me musitó al oído la frase más demoledora que he oído jamás. Me dijo: “Lo peor está por llegar”. Qué frase más terrible y qué cierto es. En fin. ¿Saben qué? Lo intentaré digerir a base de vacaciones. Feliz cumpleaños a todos.