análisis

¿Acuerdo en Libia?

El país norteafricano es el nuevo gran juego, el escenario de una partida global, donde Occidente va perdiendo la batalla: Europa frente a Turquía y Trump frente a Putin

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Rafael Vilasanjuan

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Libia, horizonte inmediato de Europa al otro lado del mar, entra en una fase crítica que puede acabar en desastre total o tal vez en un acuerdo de paz entre las dos facciones que controlan partes del país. Ninguna de las dos opciones son evidentes, ninguna parece que interese del todo a las partes, pero lo que está en juego ya no está en sus manos, las ramificaciones internacionales están haciendo algo parecido a lo que ocurre en Siria: una guerra sin cuartel donde aviones extranjeros de Turquía y Rusia, van conquistando frentes y modelando estrategias para ganar presencia y poder al mismo tiempo que lo pierden Europa y EEUU.

Tras la caída y muerte de Gadafi en el 2011, el país se rompió en clanes y señores de la guerra. La apuesta de Naciones Unidas pasaba por fortalecer un gobierno provisional de unidad en Trípoli, pero con el apoyo de la asamblea de representantes, el General Haftar con buena parte del ejército abrió un frente contrario. La guerra ahora se dirime entre estos dos bandos y aunque parecía que la fuerza y los recursos estaban del lado de Haftar, el apoyo militar de Turquía ha permitido avanzar al gobierno provisional en la reconquista.  Con las fuerzas equilibradas, Rusia ha aprovechado el momento para reforzar su presencia en la zona del lado del general y volver a plantear el dilema ¿Acuerdo o guerra?

Ninguna de las dos partes parece tener fuerza para ganar el conflicto, pero otra solución tampoco está en sus manos. El futuro de Libia pasa ahora por la voluntad y la fuerza de diferentes intereses y ninguno en función de lo que opine su gente. Rusia ha hecho un primer movimiento para ver si es posible un acuerdo con Turquía para repartirse el país. Es el nuevo gran juego, el escenario de una partida global, donde occidente va perdiendo la batalla: Europa frente a Turquía y Trump frente a Putin.

General odiado

Con la salida de EEUU de Libia, Rusia puso sus ojos en instalar una nueva base en el Mediterráneo para completar la que tiene en Siria. A cambio de un acuerdo estaría dispuesta a apartar de la negociación al general odiado por sus métodos sangrientos, los mismos que la ONU acaba de destapar en forma de masacres en las zonas recuperadas por el gobierno.

A Turquía le interesa controlar un país con la entrañas a reventar de petróleo y para eso una cierta estabilidad le vendría bien. Sería de nuevo el guardián de una Europa que solo ha sido capaz de mirar unida a Libia bajo el prisma del temor a la inmigración, pero dividida en cambio en función de los intereses económicos y el petróleo, con Francia y Grecia apostando por el general y el resto mirado al otro frente.

Todo un símbolo del despropósito, que puede entregar al país a una paz frágil y a Turquía la llave, otra más, del flujo migratorio que sueña con llegar al continente atravesando el mar. Los intereses del pueblo libio, mientras tanto siguen aparcados y solo emergen las víctimas de un conflicto que nosotros provocamos. Aunque solo fuera por eso, vendría bien un acuerdo.

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