Columnismo confinado

El estilo covid

Teletrabajo durante el confinamiento por el covid-19

Teletrabajo durante el confinamiento por el covid-19 / periodico

Matías Vallés

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Umberto Eco anotó que el sida recuperaba el espíritu romántico de la tuberculosis decimonónica, Chopin tecleando bajo el bacilo. También hay un estilo covid, que ha infectado el columnismo de confinamiento. Exige colorido doméstico, especificar si el asiento es mullido, determinar la distancia a la pared más allá de la ventana. Sin olvidar una alusión tecnológica, nada sería más infamante que la sospecha de estar leyendo a Tolstoi, cuando se dispone de Zoom o TikTok. Es opcional definir una pareja borrosa, pero imprescindible la mención a los niños, las nuevas mascotas una vez que los perros han sido elevados a reyes de la casa. No se ha abundado en la conciliación excesiva, aneja al deseo de una aplicación que permitiera desconectar temporalmente a los seres incansables.

El estilo covid obliga a reseñar que nunca se ha trabajado con la misma intensidad como en casa, un enunciado tan repetido que forzosamente ha de ser falso. Entre paréntesis, un aplauso para los centenares de diseñadores que resaltan su estajanovismo creador durante la pandemia, pero ¿quién va a ponerse sus vestidos en la era del chándal único? Después de detallar la pizza que ha cocinado hoy, el columnista confinado introducirá un término erudito pero chispeante, para demostrar que su cerebro funciona. 'Infosfera' es hoy el vocablo fetiche. Sin olvidarse de adjuntar una reflexión Zizek, como en “vivimos un cambio de discurso, no de época”.

El estilo covid se inicia con Chopin y desemboca en Wagner. Desde su cocina, el articulista confinado debe irradiar un vibrante “volveremos a ser como antes”, aunque nada horrorice tanto al hipotético lector como el reencuentro con el columnista de antes. La añoranza ha de centrarse en un paisaje, un cóctel, cualquier miseria que confirme la soporífera existencia del artista de la pluma cuando no dispone de una pandemia a mano. Y en la traca final, el trabajador intelectual que ha sido el último en salir de la cueva rendirá un encendido homenaje a los repartidores a domicilio. Cuánto estilo.

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