Volver a empezar

No creo que haya ningún otro país con tantos expertos 'amateurs' en confinamientos y desescaladas. Están por todas partes predicando sus impresiones. También será difícil encontrar en otra parte a tantos especialistas en comparaciones desfavorables. A partir de la frase "dejan abrir los bares y en cambio..." , que se puede aplicar a las escuelas, los negocios o a lo que se quiera, los españoles vienen a expresar aquella preocupación tan nuestra del ¿cómo está lo mío?

Con griterio anatemizante de la oposición como telón de fondo, el exceso de palabrería y un sensible déficit de propuestas concretas de cambios forman nuestra manera peculiar de volver a la normalidad. Se trata asimismo de una buena táctica para no reconocer que de momento estamos saliendo bastante bien librados de la pandemia, porque nadie quiere decirlo. La vocación por la queja sigue ahí. Este país desballestado por su flojísima clase dirigente continúa en pie. Y aunque ha sido muy excesivo el precio pagado en vidas de gente mayor que ha tenido que irse por el cinismo y la dejadez ajena, no crean que recorren nuestras calles esperanzas de que se haga justicia y de que se paguen las graves irresponsabilidades. Ni las cometidas ahora ni las de los 12 o 15 años previos en que estuvieron desarticulando la eficiencia de nuestro sistema público de salud. La sabiduría popular le anuncia a la gente que tendremos ruido, espectáculo parlamentario, y la nada, mientras muchos sueldos públicos trabajarán para que la nueva normalidad se parezca lo máximo posible a la vieja.

¿Cómo te afecta la crisis del coronavirus?

Ha sido casi un milagro. Un Gobierno titubeante y de discurso disperso , aunque con buena voluntad, acertó en lo esencial: confinar y pedir higiene. Con la complejidad añadida y atípica del modelo autonómico lo tenía peor que en el resto de Europa. Pero Pedro Sánchez ha vuelto a caer de pie. Contra todo pronóstico logró que sus minúsculos, discontinuos y reticentes apoyos fuesen suficientes para sacar adelante el estado de alarma todo el tiempo necesario, sin disponer hasta muy tarde de los medios necesarios para combatir el virus. Le acosaron desde la oposición como a ningún otro gobierno europeo. Ahora debe volver al problema económico y a su programa social, pero delante tiene a Casado, con cara de víctima enfadada porque le ha corneado por su epidemia favorita.

Suscríbete para seguir leyendo