Dos miradas

Carner, 50

Nos podríamos quedar en él toda la vida. O mejor: Carner es el lugar donde siempre volveremos

Llegada del poeta Josep Carner a Barcelona, el año 1970.

Llegada del poeta Josep Carner a Barcelona, el año 1970. / periodico

Josep Maria Fonalleras

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Este jueves se cumplen 50 años de la muerte de Josep Carner, el señor que salía a dar una vuelta y hablaba de lo que había visto. Lo escribió Joan Ferraté en el poema '4 juny 1970'. Y añadía: "llevando a todos consuelo". Es la clave de su poesía, de toda la poesía. Un consuelo que no es ungüento o bálsamo, solución epidérmica para el dolor, sino conocimiento del alma humana puesta al alcance del lector para que sea más sabio, que no significa más feliz, sino más consciente. Aliviar la pena (localizarla, decirla) o disfrutar del instante de epifanía moral, interpretarlo a partir de lo que decía el mismo Ferraté: "La naturaleza como semejanza propia del hombre y de sus variaciones".

Carner murió en el número 64 de la Rue Lincoln, en Bruselas, y está enterrado (una losa discreta, oscura, con el mar a la espalda) en la Tumba menor A, número 363, de Santa Eulàlia, 3, en Montjuïc. Este jueves es un buen día para visitarla y para leer los versos de Comadira: "A lo largo y ancho de un paseo impalpable, / te veo como siempre". Le decía hace poco a una amiga, que se iniciaba en su lectura: nos podríamos quedar en él toda la vida. O mejor: Carner es el lugar donde siempre volveremos.

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