Al contrataque

Virginia Woolf

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Milena Busquets

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Hay días que dedico exclusivamente a la lectura. Antes del virus solía hacerlo una o dos veces al mes, ahora, desde el confinamiento, lo hago una vez a la semana. Esos días, no abro el ordenador, no respondo al teléfono, no leo los mensajes ni los 'mails', corto toda conexión con el exterior y leo. No es algo impuesto, ni una obligación y naturalmente si a lo largo del día me cambia el humor y decido dedicarme a otra cosa, lo hago sin el menor remordimiento.

Son días limpios y largos, sin sustos ni peticiones pesadas ni compromisos. Miro por la ventana y leo (además obviamente de atender a mis hijos, encargarme de la comida y de la colada, etcétera, pero solo eso, lo básico, ningún esfuerzo extra que no dedique a la lectura).

Tampoco me impongo ninguna limitación de género: un día puedo leer novela y al siguiente un libro sobre budismo o sobre los faraones de Egipto.

A veces son libros especialmente comprados para la ocasión y a veces llega el día y no tengo lectura. Entonces busco entre mis montones de libros (mezcla de libros comprados, heredados y regalados) alguno que sacie mi sed de aquel día, a veces necesito un mezcal, a veces agua fresca, a veces un Mary Pickford y a veces una caña.

No sé muy bien lo que buscaba o necesitaba el otro día, pero de repente me encontré con una edición de 'Las olas' de Virginia Woolf, traducida por el gran Andrés Bosch, en las manos.

Si tienen curiosidad por ver lo que se puede hacer con las palabras, lo (muy, muy, muy) lejos que se puede llegar sin perder pie, tal vez deberían leer 'Las olas'. Aquí no hay concesiones, ni excusas, la desfachatez es completa, el genio, absoluto, la belleza, total. No hay introducción, ni crescendo, ni ningún deseo especial de que el lector se sienta cómodo y entre pasito a pasito en el libro. Te lanza al mar directamente. Y encima te dice: “si piensas que esto va a estar chupado, te equivocas”.

Está muy bien leer literatura entretenida, buena, muy buena, extraordinaria, valiosa, pero de vez en cuando (una o dos veces al año) hay que leer a un genio. Lean a Virginia Woolf.

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