CRISIS SOCIAL

#PararElReloj de los desempleados

El paro, mientras no hay posibilidad de buscar un empleo, se convierte en una angustiosa cuenta atrás hacia la nada

Cola ante la estación del Nord de Barcelona para el reparto de alimentos a familias necesitadas, el 16 de mayo

Cola ante la estación del Nord de Barcelona para el reparto de alimentos a familias necesitadas, el 16 de mayo / periodico

Juan Soto Ivars

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Daniel Turrado vive en Arteixo (Galicia) y tiene tres hijos. Se le acabó la prestación por desempleo el 29 de abril. Hasta que pueda percibir ayudas extraordinarias, en su caso un magro subsidio de 430 euros, debe transcurrir al menos un mes desde su última prestación. Es decir: un mes sin ingresos. Algunas comunidades autónomas han establecido ayudas urgentes, pero las colas de los bancos de alimentos son la constatación de que cada día que pasa hay más ciudadanos que penetran en el recinto de lo insostenible.

Conscientes en sus propias carnes de que las agujas del reloj no corren a la misma velocidad para todos, Turrado y otras personas en su situación han lanzado una campaña en las redes para reclamar, creo que con toda justicia, que les paren el reloj. Es decir: que el tiempo en que han estado percibiendo el subsidio por desempleo durante el confinamiento no les compute. No me parece una mala idea: el paro, mientras no hay posibilidad de buscar un empleo, se convierte en una angustiosa cuenta atrás hacia la nada.

La miseria ya ha llegado

El Estado, pese a su mala prensa, es la mejor máquina que hemos inventado para paliar las desigualdades en un mundo capitalista. Sin embargo tiene demasiados mecanismos, y lo repentino entorpece sus movimientos. Lo hemos visto con los tests, las mascarillas y las ayudas económicas: cada día de demora entre una decisión política y su aplicación práctica ha sido una catástrofe. No hay nada peor que un día cuando te quedan 30 euros en la cuenta.

Siempre que leo artículos sobre la miseria que nos espera en otoño o en los próximos años siempre pienso lo mismo: se nota que los redactores cobran un sueldo. Porque lo cierto es que la miseria ha llegado ya, y el futuro simplemente agravará sus efectos. Lo que a algunos nos afecta en forma de llamadas de amigos que nos piden 100 euros, a la familia de un parado que se quedó sin prestación se la lleva por delante.

No saldremos más fuertes de esto, como dicen las campañas institucionales, si nos olvidamos de ellos.

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