Ideas

Surfistas nazis y pijos a la cazuela

En los preparativos hacia la nueva normalidad, tribus ocultas también han aflorado

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Miqui Otero

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A ver si en lugar de estar viviendo un solemne clásico de las distopías del siglo XX, estamos protagonizando una película de Serie Z, con su planteamiento inverosímil, sus sobreactuaciones torpes, su banda sonora no siempre brillante, su pésimo ritmo narrativo, sus villanos imbéciles y, sobre todo, su humor involuntario.

Esta, por ejemplo, estrenada en 1987. Un terremoto ha acabado con casi toda la vida de las costas californianas. En ese escenario postapocalíptico, surgen unas tribus temáticas que se buscan la vida entre los cascotes y las olas. Entran en liza la de los samuráis y las de otros que parecen más convencionales, pero en realidad el terror llega porque toma fuerza la de los Surfistas Nazis. Llevan esvásticas (algunas las han dibujado al revés) pintadas en las mejillas y quieren instaurar un cruce entre la Arcadia de los Beach Boys y el Cuarto Reich. Uno de ellos, Mengele, incluso inventa palancas y piezas metálicas que acopla en los brazos nacionalsocialistas, pero el protagonista es su líder: Adolf. "Lo importante no es la distancia, sino la fuerza. Los estúpidos de a pie son una raza inferior", arenga a los suyos el autoproclamado 'Führer de la Nueva Playa'.

En los preparativos hacia la nueva normalidad, tribus ocultas también han aflorado. Justo cuando las subculturas parecían de capa caída, hemos visto a los Atilas del Papel Higiénico, a los Perros que pasean Amos, a los Hijos que huyen de Padres y, mis favoritas, a las Abuelas con Peinados Guggenheim tintados con colores futuristas. Hemos presenciado ese vídeo de la Barceloneta, con los Deportistas Apocalípticos haciendo sentadillas, bicicletas, giros rusos y 'crunches' con mancuerna como si la covid fuera una luchadora soviética con la que enfrentarse llegado el momento y no un virus. Pero sin duda los que han dominado el ruido han sido los Anarcopijos. Con una fuerte Consciencia de Clase Osea e inspirados por el fundacional discurso de Aznar cuando recogió la Medalla de Honor de la Academia del Vino de Castilla y León: "¿Y quién te ha dicho que quiero que conduzcas por mí? ¿Quién te ha dicho a ti las copas de vino que tengo o no tengo que beber?", se foguean en el barrio de Salamanca. También ofrecen gadgets cyborg: desde el niño nacionalfuturista paseando en 'hoverboard' eléctrico una rojigualda gigante a una señora llevando a "su chica del servicio" para picar cazuelas cocotte de Le creuset de 200 euros por ella o a un portavoz reclamando justicia a gritos de megáfono sentado en un Mercedes descapotable conducido por su chófer. Tampoco, como al Adolf Surfista, les importa la distancia (de seguridad), porque quizás estén más acostumbrados a la fuerza.

En la película, al final es una anciana vengadora de origen humilde la que acaba con los malos. Espero que en la realidad no acaben con ella y se limiten a hacer el idiota insensato en su barrio. ¿El título de la película? Casi se me olvidaba: 'Los surfistas nazis deben morir', de la productora Troma y dirigida por Peter George. El título de la realidad, que lo decida cada uno según lo peor que le haya pasado, de lo que más le haya hecho sufrir, durante esta pandemia.

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