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Pablo Motos

Pablo Motos / periodico

Mikel Lejarza

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La epidemia provocada por el covid-19 ha transformado la sociedad y no todo son cambios negativos. Desde hace semanas, los nativos analógicos nos hemos convertido en usuarios avanzados de medios digitales y participantes asiduos de videoconferencias. Si antes discutíamos sobre si el Barca o el Madrid eran el mejor equipo; ahora lo hacemos sobre si Skype, Teams, Zoom, Blue Jeans, Blackboard o Duo ofrecen mejores prestaciones, en un ejemplo de nuestra capacidad innata para ser catedráticos de cualquier materia a nada que nos lo propongamos.

Basta escuchar cualquier tertulia, ya sea radiofónica o televisiva, para comprobar cómo insignes opinadores que en febrero desconocían dónde estaba Wuhan ahora son expertos mundiales en el tratamiento de las pandemias. Un fenómeno sorprendente que hace aún más inexplicable que siendo un país con 47 millones de especialistas en virus, a ninguno se nos había ocurrido preveer en febrero, que lo que estaba ocurriendo en China antes de Navidad, acabaría llegando a nuestras calles. Pero ya ven, llegó y ahora todos sabemos lo que habría que haber hecho y no se hizo. Seguimos siendo un país que adora rellenar las quinielas los lunes y que mantiene un acentuado amor por la capital de Noruega a base de repetir el consabido “Ya OSLO dije".

Más cambios. Las dos máximas figuras del entretenimiento nacional, Jorge Javier Vázquez y Pablo Motos, se han convertido en los principales líderes de la opinión política del momento. Vázquez, rápido e inteligente, presentador de programas denostados por todo el mundo más cercano a la cultura tradicional, ha mutado en adalid de la izquierda contra la ultraderecha en los interminables debates surgidos después del caso Merlos, que por encima de cualquier otra consideración es más propio de un episodio de Friends que digno de comentario alguno. 

Mientras, Motos, paradigma del “todo el mundo es bueno” y líder de uno de los mejores programas de entretenimiento de lo que llevamos de siglo, se ha convertido en el editorialista de cabecera de quienes creen que Pedro Sánchez es el origen de la pandemia y el culpable de todo lo malo que nos espera. Ojalá la vacuna llegue pronto, porque en caso de rebrote, además de las trágicas consecuencias que eso supondría, podríamos acabar con el primero de portavoz de un Gobierno de izquierdas; y con el segundo como miembro del comité de expertos en uno de derechas. Quizá la política saliera ganando, pero el entretenimiento perdería mucho.

Durante años muchos famosos por miedo a perder el apoyo de quienes no pensaban como ellos, practicaban tal equidistancia sobre todas las ideas que daba la impresión que escondía falta de estas , y los colocaba alejados de la sociedad en jaulas de cristal. Así que bienvenida sea la normalidad democrática que nos permite conocer sus opinones sobre lo que nos ocurre. Otro efecto positivo de la pandemia. Por lo demás en abril nuevo récord mensual histórico de consumo televisivo con 69 minutos más que hace un año. Las temáticas de pago consiguen su mejor resultado desde agosto del 2007. Récord de la tele de pago con el 27,2 de cuota. Mientras baja un 48% el número de campañas publicitarias. Antes, si subía el consumo aumentaba la publicidad. Ahora esta es la nueva realidad que les será comentada por Jorge Javier Vázquez y Pablo Motos.