DOS MIRADAS

La sombra del hambre

Cuando hablemos de economía, de fiscalidad o de inversiones, no nos olvidemos de esas colas para recoger alimentos que no dejan de crecer

Cola para recoger artículos de primera necesidad que distribuye el Banc dels Aliments, en el SAIER de Barcelona, el 9 de mayo

Cola para recoger artículos de primera necesidad que distribuye el Banc dels Aliments, en el SAIER de Barcelona, el 9 de mayo / periodico

Emma Riverola

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Llegó de repente. Parecía desubicada. O quizá nos lo parecía a nosotros, que ella no tenía lugar en nuestras calles. Mejor dicho, en nuestras casas. Que no podía colarse así, tan soberbia, tan inesperada, en unas cuentas que dejaron de sumar cifras. De la noche al día. Solo restas. ¿Qué hace aquí y con tanta hambre? No, debería cambiar esa palabra. ¿Puede la sombra del hambre tener hambre? ¿Puede la nevera vacía tragarse el piso entero? También los rostros. Y cubrirlos de una angustia que se desborda, tanto como esa cola que no deja de crecer. Cola para espantar el hambre de las tripas. También la de la nevera. Para que este momento no se convierta en mañana. Para que la sombra no se instale. Que se marche.

La demanda a los bancos de alimentos ha aumentado el 40% solo en Catalunya. La distribución de alimentos ha pasado de 2.000 a 3.000 toneladas. A Creu Roja en Catalunya llegan, cada semana, 10.000 peticiones más de ayudas. Que no nos vuelva a pasar. Que cuando hablemos de economía, de fiscalidad o de inversiones no nos olvidemos de esas colas que no dejan de crecer. Ni de esa sombra siempre con hambre.