La respuesta ante la epidemia

¿El final de la utopía europea?

Con el 'brexit' aun sin digerir, la llegada del maldito bicho está suponiendo una embestida aún mayor; un golpe frente al que la idea de Europa podría quedar todavía más irreconocible

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en rueda de prensa tras la cumbre de la UE.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en rueda de prensa tras la cumbre de la UE. / periodico

Carlos Carnicero Urabayen

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Cabe preguntarse si existe Europa. No me refiero a si la UE está con nosotros en el mundo de los vivos. Dan prueba de ello los funcionarios que ahora la mantienen a flote desde casa. Hablo de Europa como ideal, más o menos reconocible anta la gran embestida del covid-19.

No es un tiempo amable para quienes hemos crecido algo embobados con el ideal europeo. El destino de Europa estaba en nuestras manos. “Unidos en la diversidad” estábamos a punto de dar por muertos a los estados como elementos nucleares de nuestras vidas. Los estados poderosos eran el último vestigio del nacionalismo que destruyó las vidas de varias generaciones.

El 'brexit' ha sido un zarpazo. No me interesa hablar del absurdo geoestratégico, el daño económico, la pérdida de influencia... Me refiero a la amputación de un sueño. Seamos claros: quienes hemos tenido la suerte de vivir en el Reino Unido, con la madeja de recuerdos de todo tipo que llevamos a cuestas, hemos creído hacerlo en nuestra casa. Cuando hemos paseado por Londres, nos hemos creído un poco dueños de Hyde Park.

Con el 'brexit' aún sin digerir –este año deberíamos dedicarlo a negociar un acuerdo comercial– la llegada del maldito bicho está suponiendo una embestida de la historia aún mayor; un golpe frente al que la idea de Europa podría quedar todavía más irreconocible.

Hemos amanecido atrapados en nuestras casas, pendientes a cada rato del músculo y la capacidad del gobierno. Para nuestra vocación de recuperar la libertad, proteger nuestra salud, capear el ciclón económico, estamos justificadamente pendientes de una autoridad nacional a la que antes hacíamos más o menos caso.

Impotente e incapaz

Europa ha estado 'missing', impotente porque no tiene nada que decir sobre los sistemas de salud nacionales e incapaz porque no ha podido coordinar casi nada. ¿Vamos a asistir a una pelea entre gobiernos para adquirir la vacuna primero cuando alguien dé con la fórmula?

Escribo estas líneas desde Bruselas. La verdad es que nunca presté demasiada atención al Gobierno. Quizás porque se la presté toda a la Unión Europea. Me dejé llevar por un sueño posmoderno que ahora debe reconciliarse con este retorno abrupto del Estado, un artefacto tantas veces caricaturizado por su raquitismo ante la globalización. Les pasó también a los líderes del 'procés': dieron por amortizado al Estado pensando que podrían hacer lo que les diera la gana antes de vérselas con el 155 y de paso con la UE.

Tras este gran apagón, nos adentramos en un nuevo mundo y convendría saber si en Europa vamos a interpretar esta nueva partitura juntos de una forma que sea fiel a nuestros valores. Es fundamental que se ponga en marcha ese fondo de recuperación del que ahora se discuten los detalles y que la solidaridad no sea una palabra hueca escrita en un tratado, pero el desafío es mucho más que económico. Hay cuestiones fundamentales en juego sobre la libertad y privacidad, que tienen que ver con nuestra percepción del riesgo y seguridad. Cada uno por su lado seremos irreconocibles.