El 'procés' y el covid-19

La herida de Catalunya

El argumentario de JxCat para esta pandemia tiene un poder destructivo de difícil predicción

El 'president' Quim Torra, durante una de sus intervenciones en el Parlament.

El 'president' Quim Torra, durante una de sus intervenciones en el Parlament. / periodico

Emma Riverola

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En enero del 2018, se constituyó el actual Parlament de Catalunya. Roger Torrent, flamante presidente de la Cámara, mostró en su discurso la voluntad de “contribuir a coser la sociedad catalana”. Sin renunciar a la independencia, habló de la “cohesión que se tiene que cimentar en los elementos comunes que nos garanticen la convivencia”. Su discurso fue esperanzador. Quedaba la duda, ¿cuántos de sus compañeros de viaje creían en el hilo y la aguja?

El coronavirus ha dejado claro que algunos prefieren utilizar solo la aguja. Y si pueden clavarla con saña, mejor. Al vergonzoso tuit de Clara Ponsatí, “De Madrid al cielo”, en los primeros días de la pandemia, se fue sumando la legión de la muerte. Encabezada por el 'president' Torra, seguido de la portavoz del Govern, Meritxell Budó, y ratificado por la diputada de JxCat en el Congreso Laura Borràs. La idea es clara: si Catalunya fuera independiente habría sufrido menos muertes. Madrid nos mata.

El presidente de la Cambra de Comerç de Barcelona, Joan Canadell, lo ha expresado con total claridad: “España es paro y muerte. Catalunya, vida y futuro”. Algunos independentistas han lamentado la crudeza del comentario. No nos rasguemos las vestiduras, Canadell ha expresado de forma diáfana el argumentario de JxCat para esta pandemia. Sin duda, la idea ha calado, y es puro salfumán. Para empezar, carece de cualquier fundamento. El Govern ha cometido errores de gestión dramáticos, pensemos en los geriátricos, y el colapso se ha evitado gracias a la capacidad de reacción de los hospitales y su voluntad de coordinarse en red. El argumento de la muerte no solo es “nefasto”, como ha expresado Rufián, sino que tiene un poder destructivo de difícil predicción.

Torrent ha afirmado que “lo último que pide esta crisis es que hagamos planteamientos nacionalistas”. De nuevo, el hilo y la aguja. Cierto independentismo trabaja para ampliar la base social. Otro, se hunde en el reduccionismo. Un esencialismo cercano al fanatismo que solo hurga en la herida de Catalunya.