IDEAS
Grace Kelly en el Mercadona
Una cosa es espiar a amigos, a conocidos o a desconocidos que ya venían en formato cuadrado cuando les descubrimos; y otra, enfrentarse a la versión realista, de estar por casa, de rostros que asociamos a lo irreal, a lo fabuloso, a lo sublime
Desirée de Fez
Periodista y crítica de cine.
Desirée de Fez
Tengo poca resistencia a las imágenes de actores y actrices confinados. Cuando empezó esta crisis no lo entendía. No entendía por qué me había generado tanto rechazo el viral de Gal Gadot cantando 'Imagine' con sus amigos. Ni por qué me había parecido de mal gusto que Jessica Chastain subiera a Instagram, cuando empezó todo esto, una sesión de fotos en las que aparecía súper sexy en la cama y en la bañera. Lo incómodo no eran las fotos, sino la frase que las acompañaba: ¿estoy haciendo bien la cuarentena en casa?. Ni por qué me había generado rechazo un vídeo tan inofensivo (y entrañable) como el de Laura Dern y su madre, la actriz Diane Ladd, felicitándole el cumpleaños a Reese Witherspoon con una coreografía acuática en la piscina de su casa.
Primero pensé que era un rechazo inconsciente a los confinamientos privilegiados. Pero luego vi que no. Lo que se me hacía raro era ver a mis actrices favoritas como las más comunes de las mortales: sin maquillar, haciendo vida en casa, comiendo como si no hubiera un mañana (Naomi Watts frente a un red velvet gigante), ¡hasta equivocándose! No cuestiono que se muestren en chándal, cocinando, haciendo ejercicio o zampando. Faltaría más. Pero intento entender por qué me chocan tanto esas imágenes. Las redes sociales nos han hecho inmunes a la intimidad. No se nos hace raro ni entrar en casas ajenas ni seguir las vacaciones de otros. Pero una cosa es espiar a amigos, a conocidos o a desconocidos que ya venían en formato cuadrado cuando les descubrimos; y otra, enfrentarse a la versión realista, de estar por casa, de rostros que asociamos a lo irreal, a lo fabuloso, a lo sublime, incluso a lo eterno.
Hoy es Sant Jordi y, buscando una imagen para subir a redes, me he quedado embobada con las fotos de Marilyn Monroe, Deborah Kerr o Anne Bancroft leyendo. Están haciendo algo cotidiano, pero mantienen su halo de estrellas, no están lejos de su imagen en pantalla. En esas fotos se intuye a sus personajes de ficción. En estos vídeos y fotos de famosos confinados, no. Hay una disociación total entre persona y estrella. Por eso, para mí, son tan extraños. Es como si me cruzara con Grace Kelly en el Mercadona.
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