LA CLAVE

Confirmado: no seremos mejores

La pandemia del coronavirus no ha hecho otra cosa que destapar las miserias de individuos, empresas y gobiernos

coronavirus. Aplausos de soporte a los sanitarios en el Hospital Dos de Maig de Barcelona

coronavirus. Aplausos de soporte a los sanitarios en el Hospital Dos de Maig de Barcelona / periodico

Bernat Gasulla

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Confirmado. Por si quedaba alguna esperanza, ya es oficial. La pandemia de coronavirus no nos ha hecho mejores personas. Superado ya con holgura el primer mes de confinamiento en España, la efervescencia infantiloide de las primeras semanas (con delirios culinarios, musicales o vigoréxicos) se ha ido diluyendo y se ha ido destapando nuestra auténtica identidad. Una sombra de amargura ha ido cubriendo poco a poco las cabezas de individuos, familias e instituciones y ha impuesto la única certeza posible. No saldremos mejores. Somos lo que somos y hay quien se empeña en demostrarlo tozudamente.

Los primeros  en evidenciar esta inexorable ley de Murphy han sido los gobiernos. De aquí y de acullá. El penúltimo ejemplo, la brillantísima exhibición de sentido común, coordinación entre departamentos y atención al criterio científico del Ejecutivo de Pedro Sánchez a cuenta de la ‘liberación’ de los niños. El Govern de Quim Torra no se ha quedado atrás con su baile de expertos, estrategias (al final no parece que le haga mucho caso a ‘su’ Oriol Mitjà) y andanadas contra las decisiones de Sánchez. Más allá del Atlántico, el infalible Donald Trump ha esperado al coronavirus para completar sus sueños. Al final, el covid-19 le ha dado el muro contra la inmigración que tanto anhelaba.

Este oportunismo digno de los mejores buitres se ha visto también en ciertos empresarios, que han aprovechado para especular con puestos de trabajo, salarios y precios. Muchos de ellos, jaleados con sus palmeros neoliberales, han clamado contra la renta mínima para los apartados por la crisis. Argumentan que será una fábrica de vagos subvencionados.

Y, más allá de las empresas y gobiernos, las personas. Los individuos. Más violencia machista, más abusos impunes al amparo del confinamiento, más timos, más bulos, más egoísmo  con excursiones temerarias a la ‘caseta’…

Lo sé. También hemos visto a solidarios, a profesionales sanitarios,  a investigadores y a muchos otros que han dado lo mejor de sí. Pero, ¿acaso no están siempre ahí?