Sánchez y Casado

Presupuestos y poco más

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Joaquim Coll

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Este lunes se verán finalmente por viodeoconferencia Pedro Sánchez y Pablo Casado después de que el líder del PP se negará el jueves pasado como gesto de protesta al enterarse de la cita por la prensa. En las actuales circunstancias esa descortesía debería ser 'peccata minuta', pero también sorprende que en la Moncloa cometan un error de bulto que solo alimenta el desaire de quien es llamado a reunirse. Y, claro está, Casado no iba a querer ser menos que Quim Torra, que también le negó un encuentro a Sánchez porque la fecha no había sido acordada. De todas formas, la expectativa de acuerdo es nula. Los populares siguen por ahora el guion marcado por la FAES de José María Aznar. Ningún pacto que no pase por dejar fuera a Podemos y a los independentistas. Y eso significaría que el PSOE rompiese el Gobierno de coalición. 

Pero tampoco Sánchez se ha esmerado en desactivar la acusación de maltrato que esgrime Casado. Aunque la actitud obstruccionista del PP es previsible, el presidente debería mostrar una actitud más empática, empezando por mirar al líder de la oposición cuando este habla desde la tribuna del Congreso y estableciendo un canal directo de interlocución. Si no superan su aversión personal es imposible que puedan pactar. De todas formas, pensar en grandes acuerdos es hoy una quimera, principalmente porque el PP en nada se parece a la extinta UCD de Adolfo Suárez. Su estrategia de oposición dura sigue la línea del padre fundador del partido, Manuel Fraga, quien como líder de AP no firmó en 1977 los hoy tan reivindicados pactos de la Moncloa. A la izquierda del PSOE, en cambio, Podemos parece más dispuesto a jugar el papel pragmático del viejo PCE de Santiago Carrillo, pese a que Pablo Iglesias no quiere darse cuenta de que como vicepresidente no puede descolgarse con tuits que van más allá de reivindicar los valores republicanos con falsedades sobre el papel del rey como jefe del Estado. 

La estrategia del Gobierno consiste en aislar al PP junto a Vox, mientras tiende la mano a la nueva línea moderada de Cs, formación que parece reubicarse fuera de la trinchera de la derecha. Por parte de los separatistas, aunque accedan a participar en las conversaciones sobre la reconstrucción, no van a suscribir ningún acuerdo que pueda fortalecer a la España constitucional. Todo ello significa que los posibles pactos se circunscribirían a cuestiones sectoriales y, por tanto, en gran medida dependerán del diálogo entre sindicatos y empresarios. Descartado un gran acuerdo entre partidos para llevar a cabo reformas institucionales de calado, todo pasa por sacar adelante los Presupuestos 2021 y poco más. El Gobierno desvincula por ahora esa “mesa para la reconstrucción“ de las cuentas públicas, pero es evidente que acabarán siendo procesos convergentes para fijar prioridades. La única forma que tiene Sánchez de evitar que a la hecatombe sanitaria y socioeconómica se añada una crisis política descomunal es tejer un ambicioso acuerdo presupuestario (siempre que la Europa del euro actúe solidariamente) que le permita ampliar los apoyos que obtuvo en la investidura.