ANÁLISIS AZULGRANA

Cómo fracasar con gran energía

Emili Rousaud acaba de abandonar el FC Barcelona del que era vicepresidente.

Emili Rousaud acaba de abandonar el FC Barcelona del que era vicepresidente. / periodico

Emilio Pérez de Rozas

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El Barça tiene una capacidad para transformar a la gente brutal. Y, lamentablemente, para cambiarla a peor. Hasta para volverlos locos. Puede que ellos no se den cuenta, pero, un día, aparecen trastornados. Han mutado a seres que ni siquiera en sus casas reconocen.

Y todo por el poder. Pero, no por el poder de dirigir el Banco de Santander o la Generalitat. No, no, por el inmenso poder de presidir el Barça, el Barça del coronavirus, del ‘Barçagate’, las querellas de Neymar Júnior, la demanda de Jaume Roures, el desproporcionado ‘Espai Barça’ o la caída de ingresos.

Da igual. Ser presidente del Barça es a lo máximo que sueña un tipo de personajes, casi nunca los mejores de la sociedad catalana, que, sin haber logrado la proyección social que ansiaban, buscan, en ese sillón, el trono que les convierta en una personalidad de la vida catalana.

Toda la preparación del mundo

La capacidad del ‘més que un club’, evidentemente su entorno, su proyección, su economía, su capacidad para enamorar, su repercusión, hace que el palco, el cargo, la representación, el glamour, atraiga, muy especialmente, a los ‘self made man’, a los hombres hechos a sí mismo, que acabarán destrozándose a sí mismos, pese a contar con decenas de asesores (el último, ni siquiera eso, me temo) y poseer, además de una gran fortuna, un Executive Masters de ESADE o el título de IESE Business School.

Estar en el palco, manejar un presupuesto de 1.000 millones de euros, conocer personalmente a Leo Messi, sentarte en una mesa y verte rodeado de directivos, empresarios o ejecutivos, que te convierten en su candidato continuista, te abre el apetito muy pronto, sobre todo si eres un ‘self made man’ que ha creado una empresa de la nada, con mucha energía y ya eres millonario.

Un presidente muy pillo

Rozas la cima, pero no estás en el trono. Y tienes prisa. Por lo que sea, porque crees que lo puedes hacer mejor, porque piensas que ha llegado tu momento o porque alguien te ha dicho que eres mejor que el presidente. Y preparas un golpe de Estado. Pero…pero esto es el fútbol, ‘self made man’, esto es el Barça y el que está en el trono tiene la piel de lagarto, ha vivido (y solventado) 1.232 crisis, conoce las reglas, ha adivinado tus intenciones y, en un plis plas, desmonta tu golpe de Estado, te deja colgado de la brocha y hasta fuerza tu dimisión ¡por teléfono!

Y tú, que juraste no dimitir, dimites a las 24 horas. Y, como jamás leíste a Evarist Murtra (“cuando dudes, piensa qué es lo mejor para el Barça”), vas y haces lo que crees que es mejor para ti: metes la rajada del siglo. Y dices que en el club roban. Y como lo que te ocurre es que tienes una pataleta de niño rico al que le han quitado su Scalextric, llamas a amigos periodistas, coges el teléfono a todas las radios e, incluso (lo ve, se ha vuelto loco), sales en ‘El Chiringuito’ donde a Josep Pedrerol se le cae la baba a litros.

Y ahí, señor Emili Rousaud Parés, acaba su sueño. Porque encima, siendo vicepresidente y miembro de la Comisión Económica, usted, sin pruebas, dice que en el Barça roban. Y si usted lo sabía, debería haber acudido al juzgado, no al ‘Chiringuito’.

PD: Si el presidente no hubiese forzado su dimisión, usted seguiría (encantado), como 'vice', en ese club donde se roba.