ANÁLISIS

La pandemia y el gimnasio de nuestros ídolos

Arthur Melo, entrenando en el gimnasio de su casa.

Arthur Melo, entrenando en el gimnasio de su casa. / periodico

Jordi Puntí

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Hace un siglo, entre 1918 y 1920, la pandemia llamada Gripe Española dejó unas cifras de fallecidos que incluso en la situación actual nos parecen monstruosas. Se calcula que entre 20 y 50 millones de personas perdieron la vida en todo el mundo. Los historiadores testifican unas condiciones insostenibles: casi no se hizo uso del confinamiento, y además los medios de detección y prevención eran mucho más primarios que hoy en día. Si hay algo en lo que sí se parecen los dos momentos, es en la prohibición de actos públicos. Se suspendieron las clases en la universidad, se cancelaron las funciones del Liceo, los toros y los eventos deportivos.

En octubre del 1918, se dejó sin efecto la jornada de fútbol en la que iban a disputarse un FC Barcelona- CE Sabadell, y un Español-Athletic. Sin embargo, unos días después, Mundo Deportivo informaba que, para mantenerse en forma, algunos equipos jugaban partidos amistosos entre ellos. Por suerte el paro obligatorio actual se acompaña de medidas mucho más profesionales, y estos días los futbolistas nos muestran imágenes de su encierro en casa, como todo el mundo, y entrenando en gimnasios personales que son más completos que muchos polideportivos públicos.

Paradójicamente, estos vídeos y fotos para contactar con los aficionados y sentirles cerca, desde su lujo indisimulado, son la prueba de que viven en nuestro mismo mundo y afrontan dificultades similares. Por eso no debería ser conflictivo que, como ocurre con mucha gente que no puede trabajar, el club que contrata sus servicios se plantee qué hacer con su sueldo. Incluso con más razón, ya que su bonanza económica no les va a privar de pagar el alquiler o la factura de la luz a final de mes.

Medidas imaginativas

Mientras muchas empresas se acogen a expedientes de regulación temporal para sobrellevar el paro forzoso, el Barça deberá encontrar medidas más imaginativas para superar el bache, y sin duda debe pasar por un acuerdo entre las partes. Según ha comentado Josep Maria Bartomeu, la falta de ingresos podría impedir que el club cumpliera este año su presupuesto de 1.047 millones. Si, tal como parece, los jugadores de la primera plantilla se muestran favorables a recortar una parte de su sueldo —que representa más de la mitad del presupuesto—, las cifras podrían mejorar.

Como estamos ante una acción global, seguro que cada club, desde sus límites de presupuesto, deberá tomar decisiones parecidas. Al mismo tiempo los organismos oficiales, FIFA y UEFA, deberían dar señales de tranquilidad económica a los clubs, ya sea en forma de ayudas o previsión para recuperar las pérdidas.

Por otra parte, tampoco estaría mal aprovechar el momento crítico para replantearse la situación que vive el fútbol actual, tan elitista. En teoría económica existe una línea de pensamiento que propone el decrecimiento de la economía global como solución a la desigualdad económica en la sociedad. A escala futbolística, una limitación salarial y una contención económica podrían ser también un impulso para un fútbol de clubs más competitivos y menos dispares entre ellos. Estamos a años luz de esta posibilidad, pero no es una idea de bombero.