Dos miradas

Carnaval y monstruos

Quizá no eran conscientes, ebrios de frivolidad, pero se disfrazaron de monstruos en la rúa que simulaba un campo de exterminio nazi

Una comparsa con temática del Holocausto participa en un desfile de Carnaval

Comparsa con temática del Holocausto participa en un desfile de Carnaval. / periodico

Josep Maria Fonalleras

Josep Maria Fonalleras

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El carnaval puede generar monstruos, como ha pasado con esta rúa que simulaba un campo de exterminio nazi. No sé qué producía más repulsión, si el desfile marcial y estrafalario de las SS, si la capitana en un trono con dos perros y un escenario de chimeneas y hornos crematorios, o la comparsa de las niñas que iban con pijama de rayas y lentejuelas en las piernas para que la cosa pareciera más festiva. No sé a ciencia cierta la música que acompañaba la exhibición, pero puedo imaginar que no sonaba Wagner sino seguramente un reggaeton, porque de lo que se trata, en un carnaval, es de bailar e ir de parranda, objetivo inicial y final de la fiesta. El resto es accesorio, contingente.

El problema llega cuando se confunde la anécdota con la categoría. El Holocausto es una categoría de orden moral, no una escenografía. Es aquí donde aparece la repugnancia, que aumenta cuando los organizadores se disculpan, a posteriori, porque no querían sino "hacer un homenaje a los millones de personas que murieron". Mentira. Solo querían bailar reggaeton, pero lo hicieron sobre pilas de cadáveres amontonados. Quizá no eran conscientes, ebrios de frivolidad, pero se disfrazaron de monstruos.