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Desirée de Fez

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De golpe, mi profesión volvía a tener sentido. Hace unos días, mi pareja y yo tuvimos la suerte de ir a la clase de uno de nuestros hijos a hablar sobre cine. Ha sido la clase que más me ha costado preparar, la que más he disfrutado y la que, en un momento de saturación de estímulos audiovisuales, me ha recordado por qué siguen teniendo sentido las películas y es tan importante no desaprender a mirarlas.

Con la entusiasta colaboración de su profesora, buscamos la manera de explicarle a niños de 5 y 6 años qué es el cine. Parecía fácil, pero cuando intentamos dar forma a la sesión vimos que no lo era porque hoy ni siquiera nosotros (un cineasta y una crítica) lo tenemos del todo claro. Decidimos relajarnos y proponer algo sencillo: les invitamos a hablar de sus películas favoritas (sorpresa: '¡Shazam!' ganó a 'Frozen'), intentamos explicarles qué era un cineasta y llevamos 'flipbooks' y un zoótropo para que experimentaran. Pero el 'hit' fue el montaje con escenas de Charles Chaplin, Harold Lloyd y Buster Keaton que proyectamos.

Fue increíble ver a niños de 5 y 6 años partirse de risa con escenas de Chaplin, Harold Lloyd y Buster Keaton

Me arrepentí al segundo de haber pensado que ponerles esos grandes éxitos era un topicazo. Y me arrepentí de haberme cuestionado alguna vez la decisión de algunos padres (nosotros entre ellos) de poner a sus hijos pequeños cine mudo, películas de Ghibli o clásicos de los 80: ¿Había ahí un gesto esnob? ¿Lo hacíamos por ellos o por nosotros? Cuando vimos sus reacciones, las dudas se desactivaron de golpe. Fue increíble oírles reír. Se partían, jaleaban las escenas, algunos se echaban hacia atrás en sus sillas. Seguro que nos habría hecho la misma gracia verles troncharse viendo los Minions, pero esto además de gracioso era emocionante. Lo era porque demostraba lo bien que entienden el lenguaje cinematográfico, lo increíblemente sensibles que son a las imágenes y la capacidad que tienen de concentrarse en ellas.

En la era de la dispersión, todo eso es valiosísimo. El entusiasmo de mi hijo y de sus compañeros también constataba algo que tenemos tendencia a olvidar: lo importante que es recurrir a esas y a tantas otras películas del pasado para explicar el cine, para contar qué son las películas.  

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